No habían pasado 24 horas desde su irrupción estelar en la ceremonia inaugural y Rafael Nadal pisaba su tierra predilecta: la de la pista central de Roland Garrros. La Philippe Chatrier se vino abajo con la aparición de su rey, del único hombre capaz de reinar 14 veces en París. Pero que quiere volver a hacerlo en unos Juegos que ganaron una nueva dimensión con la pareja de moda: 'Nadalcaraz'. El debut más esperado acabó de la mejor manera posible, con victoria (7-6 y 6-4 en 1 hora y 47 minutos) y muy buenas vobraciones e ilusiones en vistas a soñar con medalla.
Motivado, chisposo y como en las mejores ocasiones, Nadal saltó a la central acompañado por su nuevo monarca, Carlos Alcaraz, y estalló el griterío. Atrás quedaron las dudas de los días previos, pese a lucir su visible vendaje en el muslo derecho El griterío constata el idilio del tenista de Manacor con esta ciudad y su gente. Delante, los argentinos Andrés Molteni y Máximo González, que perdieron el primer punto sin tan siquiera jugarse.
El primer punto que mató Nadal se celebró con una victoria. Los de Molteni y González, con frialdad. No tanto el 'break' con el que abrieron la contienda, provocando el murmullo general. Se lo devolvieron a las primeras de cambio, con Nadal firme desde el fondo de la pista y mostrando su mejor versión al servicio, pese a un errático y nervioso Alcaraz, para darle la vuelta al marcador y tomar la iniciativa.
Tiró de galones Nadal para levantar un punto que se puso imposible (15-40) y defender el saque del tándem español, en el que el balear insuflaba confianza a su compañero y a la grada con una seguridad incontestable. Juega como nadie aquí. Defendían su saque Moltenii y González hasta llegar al 5-5. Era un partido de los de picar piedra. Lo sabían Nadal y Alcaraz, aunque fue el mallorquín el que tiró del carrro para, en un 'tie break' impecable, cerrar el primer set (7-6) y poner la primera piedra, aunque pocos podían intuir, viendo las sensaciones que emitía el doble español, la que se avecinaba.
Lejos de venirse abajo, Molteni y González defendieron su saque y rompieron el de sus rivales con un juego directo para ponerse 0-3. Una renta exigente para Nadal y Alcaraz si querían cerrar el partido por la vía rápida. Salvaron el primer golpe (1-3). Elevó la intensidad el murciano y encontró respuesta en el de Manacor. Golpeando fuerte desde el fondo de la pista devolvieron la rotura para reengancharse al partido.
Con 3-3 y nuevo partido, la calidad de los españoles era el factor diferencial, ante el empuje de sus rivales, que salvaron una bola de rotura que les hubiera dejado contra las cuerdas para recuperar el saque y alagar el desenlace de la segunda manga (4-3), en la que el cansancio empezaba a pasar factura.
El noveno juego fue el que rompió el encuentro. La rotura de saque de Nadal y Alcaraz tras el 40-30 adverso rearmó de moral a los españoles, que on 5-4 y saque en manos del balear, lo teńían todo para cerrar el partido. A base de cañonazos, pusieron el 40-15 que hizo enloquecer a la Chatrier al grito de 'Rafa, Rafa'. Alcaraz remató el trabajo para poner el 6-4 y despedir a la pareja de los Juegos con una ovación cerrada y el grit permanente de 'Rafa, Rafa' que acompañará al de Manacor toda la semana.
Ahora, en el horizonte de Nadal y Alcaraz y en la segunda ronda aguardan los neerlandeses Griekspoor y Kolhof o los húngaros Fucsovics -rival de Nadal de individuales- y Marozsan.