El negocio de los Juegos Olímpicos tiene multitud de prismas. Pero uno de los más visibles es el merchandising. Nadie quiere irse sin un recuerdo de París. Aunque seguramente lo que muchos no olvidarán será el precio del mismo. La ocasión bien vale e esfuerzo, aunque económicamente sea importante. «Prepara 100 euros», decía en tono de broma un deportista al entrar en la tienda de la Villa. Un filón al que acuden sus habitantes dispuestos a cargas sus cestas y bolsas con peluches, camisetas, gorras, bolígrafos o un simple pin.
Pero las caras de algunos cuando ven los precios cambian. O replantean la estrategia de la compra. A los novatos les puede pillar en frío, pero todos quieren sacar tajada de estas poco más de dos semanas en las que amortizar años de esfuerzos. Phryge, la mascota, es sin duda lo más buscado. Su versión económica, claro. De los bolígrafos, no hablemos. Un Bic multicolor a precio de estilográfica y el más aventurado, puede acercarse a las mochilas.
Los precios son los que son. Pero todos pasan por caja porque llevarse a casa un souvenir de París es algo muy habitual. Pero de la ciudad en Juegos, no tanto. Hacía un siglo que no los organizaban... Otro día pasaremos lista a la carta del bar. Preparen las carteras (o tarjetas, y sólo las de un patrocinador).