Cinco medallas en los últimos cuatro Juegos Olímpicos convierten al piragüismo en el activo más seguro y regular para el deporte balear a lo largo de los últimos años. Y es que, desde Londres 2012 y hasta París 2024, siempre ha habido un palista isleño en el podio olímpico, lo que refleja el momento dorado de este deporte, referente ya en el medallero nacional en los Juegos, pero también una garantía para el archipiélago, aunque sigue siendo el tercero en el ránking histórico de metales, por detrás del baloncesto, con ocho, y las seis del ciclismo.
Sete Benavides abrió la cosecha en Londres 2012. Aunque fue en diferido y nueve años después cuando le llegó su bronce en la prueba de C1 200 metros de aquellos Juegos. Tras él, llegó el bombazo con Marcus Cooper Walz en Río 2016, cuando logró el primer y único oro por ahora en esta disciplina. Fue en K1 1000 metros y sorprendiendo a todo el mundo con una final apoteósica.
Desde ese momento, no se ha bajado del podio Marcus, que cinco años después volvía a pisarlo, aunque en esta ocasión el segundo peldaño, colgándose la plata con el equipo de K4 500 metros en Tokio 2021. De nuevo en esa distancia, pero en París 2024, llegaba la tercera presea para el deportista de Santanyí. Un bronce que les permitía seguir entre los mejores y que llegaba minutos después de que Joan Toni Moreno se sumara al club de medallistas olímpicos del piragüismo mallorquín, al lograr también el bronce en C2 500 metros junto a Diego Domínguez.
Cinco medallas: un oro, una plata y tres bronces; y cuatro Juegos Olímpicos seguidos en el podio. Una racha inédita en la historia del deporte balear, que únicamente tiene un precedente en el ciclismo, que encadenó tres ediciones con medallas: Sydney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008, de la mano de Joan Llaneras (4), Marga Fullana y Toni Tauler.