Felipe VI y Marcus Cooper Walz siempre podrán decir que tienen una cosa en común. Un honor al alcance de unos pocos elegidos como es ser abanderado del equipo español en la cermemonia inaugural de unos Juegos Olímpicos de verano. Al piragüista mallorquín le tocó este verano en París 2024, haciendo valer su palmarés con un oro y una plata en sus dos anteriores participaciones, y compartiendo privilegio con la regatista Támara Echegoyen, campeona olímpica en Londres 2012.
El rey lo fue en Barcelona 92, con esa imagen icónica apareciendo por la pista del estadio de Montjuic, compitiendo en aquella cita olímpica en vela. Ambos, Felipe VI y Marcus, forman parte de esa selecta lista de grandes deportistas en la que vemos a otro mallorquín ilustre, como el tenista Rafael Nadal, abanderado en Río 2016 tras renunciar por lesión a Londres 2012, además de otros pesos pesados como Pau Gasol, Mireia Belmonte, Saúl Craviotto, Manel Estiarte, Isabel Fernández o David Cal, entre otros en los últimos Juegos.
Esa casualidad que ha unido el destino de Marcus y el rey Felipe VI hizo que durante la visita que el monarca realizó a la pista de Vaires-sur-Marne, escenario de las competiciones de piragüismo en los Juegos de París, posaran ambos con la bandera española en una instantánea que guarda con cariño y ha emocionado al palista, por la entidad del personaje y el enorme honor que supone tener en común ese rango de abanderado olímpico, que junto a su medalla de bronce en K4 500 y el diploma en K2 500 (cuarto) completan una tercera participación en los Juegos del balear de ensueño.