Menorca cuenta con presencia en las entrañas del Mundial de Qatar 2022, por medio de Sara Pons, una joven ferrerienca que a sus 25 años de edad, y en lo que significa su primera aventura lejos de la latitud occidental, ejerce de azafata dentro de la estructura organizativa del gran evento futbolístico que se celebra en el Golfo Pérsico. Una experiencia de gran calibre, tal y como nuestra protagonista admite para este diario, con la que conversamos sobre aspectos relacionados con el modo y costumbres de vida de un enclave desconocido y controvertido desde una óptica insular, como también, por supuesto, de las opciones y sensaciones que desprende la ‘Roja' de Luis Enrique en la cita Qatarí.
¿Cuál es el motivo de su presencia en Qatar?
—Me dieron la oportunidad de venir a trabajar al Mundial y no podía decir que no. Estoy viviendo una experiencia inolvidable, que tal vez solo disfrutaré una vez en mi vida. Vivir un mes en otro país, conocer gente nueva, de diferentes partes del mundo, convivir con diferentes culturas, hablar diferentes idiomas… es algo que me emociona mucho y me hace muy feliz.
Nos consta que ejerce de azafata de la organización ¿Cómo es trabajar en Qatar? ¿Se encuentra haciendo sus funciones en una sede concreta?
—Soy azafata, y en realidad no estamos trabajando en ninguna sede, nosotros (unas 600 personas de diferentes partes de todo el mundo) nos encargamos de estar en los diferentes lugares de ‘hospitality'; es decir, estamos en distintas zonas VIP de los estadios. Dentro de estos diferentes sitios VIP cada uno tiene una responsabilidad diferente, en mi caso estoy trabajando en los ‘Welcome Desk' de los ‘Skyboxes', ‘village' y ‘lounge', dependiendo del estadio que me toque. Mi función es el primer contacto que tiene el cliente cuando entra en el estadio (después de haber pasado el control de seguridad); les damos la bienvenida, escaneamos los ‘tickets' y les damos la pulsera, el pase y el regalo correspondiente, dependiendo del asiento o zona del estadio en que estén ubicados. Cuando nos toca trabajar en el estadio se está muy bien, hay aire acondicionado, pero cuando toca trabajar en el ‘village' que se encuentra fuera del estadio, se sufre un poco, puesto que estás debajo de una carpa y dependiendo de la hora el calor aprieta. Aquí es invierno, pero las temperaturas oscilan entre 27 y 32 grados.
¿Qué puede explicarnos de la situación de las mujeres en Qatar? ¿Ha tenido alguna dificultad en ese sentido?
—Ese era uno de mis temores antes de venir a Doha, pero me he dado cuenta de que es un país muy respetuoso y seguro, sobre todo con el tema de las mujeres, me siento mucho más segura que en España. Aquí nadie te dirá nada por la calle, quizá te miran, pero por ser extranjera, por vestir diferente (aunque siempre con respeto hacia ellos, cubriéndonos hombros y rodillas). Aunque con motivo del Mundial se han abierto mucho más de mente, no sé si esto cambiará después. Lo que más me llamó la atención es que en los bancos, o cuando tienes que hacer cola para entrar en algún sitio concreto (haya control de seguridad o no) se separan las filas de hombres y de mujeres. Tampoco podemos olvidar que es un país en el que las mujeres no tenemos tantos derechos como los hombres, pero ha ido avanzando con los años. Y el dato más curioso es que menos del 30 por ciento de la población de Qatar son mujeres.
¿Cómo vive la población autóctona del país ‘su' Mundial?
—Como comentaba antes, es un país muy seguro, donde las muestras de cariño en la calle son casi inexistentes. Casi sólo el 15 por ciento de la población en Qatar es autóctona, el otro 85 por ciento son extranjeros de distintos países como Bangladesh, India o Nepal, entre otros muchos. No hemos tenido la oportunidad de conocer a la gente de aquí ya que no se mezclan ni se relacionan con la gente, solo cuando van a los estadios. Todo el tema de trabajadores; policía, seguridad, voluntarios, etc... todo son extranjeros provenientes de países africanos y asiáticos que han venido a trabajar debido al Mundial. Me recuerda un poco a la Edad Media, los Qataríes forman ‘la nobleza', la cual no trabaja y son una gran minoría, mientras que los trabajadores, todos extranjeros hacen la función de ‘plebeyos', que son los que trabajan muchas horas y los que verdaderamente hacen que este país funcione, y por tanto, también el Mundial.
¿Cómo ven en Qatar a la selección española?
—El primer partido empezaron muy fuertes, 7-0, nadie podía creerlo, en un Mundial no hay rival fácil, al margen también de que se trata de un equipo joven, pero ilusión no les falta. Muchos clientes te felicitan cuando te ven y dicen que España llegará lejos en este Mundial. Desde Doha podemos decir que es muy bonita la unión que hay entre todos los jugadores e integrantes de la selección de Luis Enrique.
Es su primera visita a Qatar ¿Cuál fue la primera impresión al llegar?
—Es la primera vez que salía de Europa, nunca había tenido la oportunidad en ese sentido, y justo al bajar del avión pensé: ¡qué calor y qué humedad! Durante los primeros días nos dieron bastante libertad para descubrir Doha, las playas (artificiales, no como las que tenemos en Menorca), el centro, que está lleno de rascacielos, toda la ciudad decorada con elementos de la FIFA World Cup, el desierto en las afueras de la ciudad, los museos, el barrio Suoq Waqif, los grandes centros comerciales, las islas artificiales… eso sí, hay mucha diferencia entre lo que es el centro de la ciudad y las afueras. El centro es muy moderno, con rascacielos, y las afueras, donde nosotros estamos alojados, es un barrio pobre donde no encontrarás ningún Qatarí (por el centro también es muy difícil verlos). Al final, solo un 15 por ciento de los locales son Qataríes. Lo curioso es que en todas las tiendas, o en general, todos los trabajadores son extranjeros, no verás a ningún Qatarí trabajar. Es un país que tiene muchas cosas interesantes para visitar. Antes de venir a Doha tenía una idea totalmente distinta a la que tengo ahora. Y en cuanto al Mundial y sus instalaciones, se han preparado muy bien durante estos años. Los estadios están en la ciudad, no muy lejos para poder acceder, el metro, nuevas construcciones de supermercados, hoteles, casas… La parte negativa es que todos los trabajadores extranjeros han tenido que dejar su país y su vida en su lugar de origen para venir a trabajar aquí, cobrando poco y con unas condiciones nefastas, a parte de todas las personas que han perdido la vida en las obras de construcción de los estadios.