La llave de la puerta hacia la ACB la tenía la afición la tenía el público. La afición. La base de todo proyecto deportivo. La gente que desinteresadamente se identifica con una bandera, un escudo, unos colores y los defiende hasta límites insospechados. El público abrió esa puerta imaginaria cargada de sueños para llevar al equipo a hombros hasta el que está empezando a ser su hábitat natural. ¿El resultado? Pocos se acordarán, a falta de 50 segundos el público estaba en pie, celebrando el retorno a la ACB y el Burgos tiró la toalla. Se mereció más el equipo de Andreu Casadevall, llegados a este punto, que una simple palmadita en el hombro y un 'buena suerte para el año que viene'. 78-66, el resultado fue lo de menos para una afición que invadió la cancha y que vuelve, nunca lo ha dejado de ser, a la ACB.
Repitió 'cinco' Paco Olmos en la puesta de largo de la finalísima. Caído Turner en combate, Urko demostró desde el primer segundo que su DNI está equivocado, que donde pone San Sebastián debe poner Maó. Salida en tromba del ViveMenorca ante un público que llevaba, en los primeros compases, la lección bien aprendida. En defensa, Umeh y Ciorciari se turnaban, con éxito, para frenar a Corrales(16-6, a 4'44'').
Además, Umeh anotaba todo lo que tiraba, incluido un triple que no valía. 12 puntos se cascó antes de sentarse, con ovación incluida. El guión era el deseado por todos: el ViveMenorca abría brecha a la mínima y dejaba al Burgos en una anotación baja, 23-13 al final del primer cuarto.
Lorant, desde el extrarradio, se sacó una canasta que despertó al banquillo visitante y además rompió la barrera de 10 puntos. Con el 31-20 y el Burgos desquiciado en ataque Casadevall pidió tiempo muerto para carburar su máquina. En realidad, le buscó un escudero a Corrales, exhausto en cada ataque por la presión de Umeh.
No sirvió de mucho, la verdad. El acierto exhibido ayer por los locales invitaba a soñar más que nunca en el regreso a la mejor liga de baloncesto de este 'lado del charco'. 41-28 al descanso y el optimismo ganando por goleada a la prudencia.
Se reanudó el partido con el francotirador Umeh ejecutando uno de sus precisos disparos. El quinto de la noche y que significó su punto 21. A su particular guerra se sumó Otegi que, tras seis errores desde la media distancia, encadenó un acierto y un mate con una asistencia excepcional de Umeh. Con el Menorca 17 puntos por delante (52-35 a 5'45'') llegó la tercera personal de Ciorciari.
Caio, tras un rebote ganado a Anagonye en su batalla individual, elevó al Menorca hasta el +21 (56-35) y el Pavelló, sensacional ayer, por enésima vez estalló de felicidad. Se tiñó de prudencia cuando el Burgos cerró un parcial de 2-12 que recortó la distancia a 11 (61-50).
El último acto fue un punto y aparte. El Burgos recortó el bache hasta los nueve puntos de diferencia. Ese fue el peor momento del partido. Bueno, ese y el suspenso en el triple de Lorant que no entró y que hubiera significado el 68-62. Casadevall solicitó tiempo con el luminoso 68-59 a 5'34'' de despertar de su sueño de jugar en ACB y el público lo aprovechó para espolear a los suyos y entonar 'Un senyor damunt un ruc'.
En esos instantes el corazón jugaba un papel más importante que la cabeza. El Burgos, con un triple de Alberto Miguel, logró el 70-64. Pero Urko, 'un menorquín que nunca se rinde', devolvió la alegría al Pavelló, que se divirtió como nunca, cantando, bailando, celebrando y agradeciendo todo lo que ha hecho el equipo. ACB, volvemos'.