Bet Salom ha pisado el Olimpo, se ha codeado con los dioses del deporte y cuando le tendieron la inmortalidad a cambio de seguir en el equipo español de gimnasia rítmica y de renunciar a su vida como mortal, desechó ese privilegio para ser una adolescente normal, con sus preocupaciones y con el particular tira y afloja que tiene todo hijo de vecino al enfrentarse con una carrera universitaria. Salom cambió las medallas por los libros e inició sus estudios de INEF en Madrid, donde quiso seguir ligada a su deporte tras haber competido en los Juegos Olímpicos de Pekín. Se le abrió la puerta que siempre quiso: ser profesora y encima de un programa de tecnificación y perfeccionamiento. Eligió a las 21 gimnastas de la Isla mejor preparadas y afrontó el reto. "Desde muy pequeña tuve claro que quería ser profesora", confiesa, mientras lamenta que "me gustaría tener más apoyo de las entrenadoras de los clubes".
¿Cómo va su vida sin la condición de deportista de élite?
Muy bien. A pesar de que no compito a nivel internacional me divierto compitiendo a nivel nacional y tengo tiempo para estudiar, entrenar y hacer vida normal.
¿Ha encontrado aquello que le faltaba y que motivó su marcha de la selección española?
Es cierto que cuando no compites te preguntas qué pasaría si no lo hubieras dejado, te queda esa duda a pesar de que sea un deporte muy sacrificado. El principal motivo fueron los estudios y me va bien.
Entonces, es feliz...
Sí [sonríe]. La verdad es que no me puedo quejar, porque las cosas me van muy bien, tanto en la vida deportiva como en el día a día.
Sin olvidarse de competir.
Claro. Ahora compito a nivel individual y la verdad es que sí que echo de menos el cariño de las compañeras con el que nos arropábamos cuando competíamos en equipo. Es uno de los motivos por los que volvería.
¿Tan diferente es competir a nivel individual y por equipos?
Aparte de que el ejercicio en conjunto dura un minuto más que el individual, cuando sales en grupo nunca te encontrarás sola, siempre tienes a alguien a quien seguir o mirar. Te da más confianza porque sales con las compañeras. En individual te sientes más sola pero dependes únicamente de ti porque en equipo si fallas tú, falla el equipo o alguien del equipo te puede hacer fallar a ti.
Pasado un tiempo, ¿se arrepiente de abandonar la selección?
Arrepentirme, arrepentirme... No. Fue una decisión muy madurada, muy pensada. No se puede vivir de la gimnasia rítmica pero sí de tus estudios. Pero sí que cuando se acercan los Mundiales o los Europeos piensas 'si hubieras aguantado un poco más, estarías ahí'. A veces sí que lo echas en falta, sobre todo porque con las compañeras la relación es como la de hermanas y las echas de menos.
Ahora su misión es transmitir todo lo que ha aprendido estos años rodeada de las mejores.
Exacto. Todo lo que aprendes tanto de las rivales como de tu equipo, de los lugares donde has competido o los que has viajado son cosas que te enriquecen como gimnasta y como profesora y ahora casi veo como una obligación compartirlo todo. Es el objetivo del centro de tecnificación que llevo, quiero tratar de mejorar el nivel de las gimnastas aquí a partir de lo que me han enseñado. Y se aprovecha todo lo que has aprendido tanto dentro como fuera del tapiz.
¿Cómo se siente en su nueva faceta de entrenadora?
Muy a gusto. Desde que empecé a entrenar tuve claro que sería entrenadora de rítmica y así ha sido. Me lo paso muy bien y encima cuando ves a una niña que aprende algo nuevo te acuerdas de ti misma cuando lo aprendiste, lo que te costó y lo mucho que te alegraste por ese paso y además te llena ver que la has ayudado.
¿Ha aparecido algún inconveniente en su nueva aventura?
Siempre te encuentras piedras en el camino. Llevo un programa que intenta mejorar la base de las gimnastas pero también de las entrenadoras, para que lo pudieran aprovechar asistiendo a los entrenos o colaborando conmigo a la hora de corregir a una gimnasta para que luego en el trabajo del club, se terminara de corregir ese error. Hasta ahora no me han demostrado su apoyo y es una pena porque si las chicas mejoran durante este tiempo que están conmigo, que ya noto un cambio brutal, luego no van a más porque en su club la entrenadora no corrige el error.
¿Le falta apoyo a nivel institucional?
Nunca me ha faltado apoyo por parte del Consell ni del Govern pero como competía con la Escuela Superior, sin pasar por la Delegación Insular, parece como si no haya existido para ellos.
Volviendo a sus clases. ¿Cómo son?
Al principio me basaba en corregir la base de la gimnasia, la corrección de la colocación del cuerpo, de las piernas, a la hora de realizar los ejercicios. Ahora ya me fijo en otras cosas. Le doy mucha importancia al ballet. En Menorca no están acostumbradas a trabajar este aspecto y esta semana he aprovechado que ha venido el coreógrafo Luis Suárez para corregir y reenfocar este aspecto. También es importante el tema de la expresión porque al ser tan pequeñas, a la hora de competir a nivel internacional les puede faltar soltura. Es un trabajo muy completo.
Ahora que, además de gimnasta, es profesora, ¿qué cree que tienen que hacer las niñas que quieren ser como Bet Salom?
Cada vez que me lo preguntan digo lo mismo: Cuando una gimnasta empieza, desde muy pequeña, no sabe hasta dónde va a llegar, pero lo importante es trabajar y superar cualquier obstáculo con trabajo porque si tienes un sueño y luchas por él, aunque te llegue más tarde o más temprano, seguro que lo logras. Es importante tener una buena entrenadora y unos padres, como en mi caso, que siempre te apoyen en todo. Gracias a ellos he llegado hasta donde he podido.
¿Infunde respeto entre sus alumnas su condición de olímpica?
Mi relación con los padres es buena, y con las gimnastas no somos íntimas amigas porque hay una distancia que se debe mantener. Tampoco puedes ser como un sargento. Intento colaborar con ellas. Tras un año y medio la relación es más cercana pero en el primer control que hice recuerdo que algunas me miraban muy asustadas. Siempre tiene que haber una distancia, un respeto porque yo soy la entrenadora y ellas mis gimnastas, pero lo cierto es que también tienes que conocer cómo son porque te ayuda en el trabajo.
En los descansos, ¿le piden que les cuente anécdotas de sus competiciones?
En los descansos o cuando estamos más relajadas sí que a veces surge. Está bien contárselas porque es una forma de acercarlas a situaciones que he vivido.