Por lo comprobado ayer, no hay ningún genero de dudas en que Sergio Llull sabe perfectamente lo que tiene entre manos y lo que le cuesta: son breves los minutos en los que se puede departir con el base, pero siempre da la sensación de tener la cabeza muy bien amueblada y que las cosas no se le están subiendo... a la cabeza.
Preguntas y cuestiones para el crack hubieron y muchas. Quizá en otro momento se puedan dilucidar. Algunos ejemplos expuestos ayer, como la evidente felicitación. "Gracias. Mientras va pasando el tiempo veo la importancia de esta medalla. Hemos de estar muy orgullosos de esta plata. Tuvimos el oro durante 37 minutos pero los americanos están un paso por delante".
Y el orgullo sano. "La medalla para mi es un orgullo. Ya era un sueño disputar unas Olimpiadas, y ahora volver con una medalla, con la competición que hicimos y contra quien jugamos... Es algo inolvidable". Como inolvidable fue su experiencia, que califica como "espectacular". "Hay que vivirla. La ceremonia de apertura, las vivencias en la Villa Olímpica, todos los atletas de todos los países, la convivencia con gente como Phelps o Bolt... Es inolvidable. He disfrutado lo máximo y espero que no sea la última".
Más orgullo del bueno. Porque ya saben que Sergi es el primer menorquín que gana una medalla olímpica. "Estoy muy contento por ello. Siempre intento poner el nombre de Menorca lo mejor que puedo y me enorgullece mucho".
Y la anécdota. Durante todo el tiempo que a su llegada dedicó a su familia, amigos y gente que se acercaba, nunca dejó de sonreír. Y no eran sonrisas forzadas. Pero hubo un momento concreto en que la sonrisa casi se transformó en risa: llegó la pregunta de si estaría pendiente del móvil por si le llamaban de Houston, por los Rockets y la NBA. "¿NBA? (sonríe) Bueno, ahora de momento está un poco parado el tema. Estoy centrado en descansar, en hacer una buena temporada el año que viene e intentar ganar muchos títulos con el Madrid". Buena finta, sí señor.