Binibèquer Vell ha sido el sitio escogido para llevar a término este mediodía la presentación oficial -y definitiva- del Estrella Damm Menorca Open, una cita igualmente sin émulo en nuestra latitud, a la vez que décimo tercer torneo del circuito del World Padel Tour 2019 -y de vital trascendencia en su desenlace-, el cual durante la semana en curso proyecta nuestra Isla, sustancialmente Sant Lluís y Maó, como el epicentro del pádel en un plano absolutamente planetario.
Junto al mar, y con la protagónica presencia de nuestra top Gemma Triay Pons (1992), además de su pareja de competición, Lucía Sainz, y del jugador del circuito masculino Martín Sánchez Piñeiro -los tres incluso hicieron una demostración de la que participó, con un estilo de lo más estético, la presidenta de Menorca, Susana Mora-, la organización del evento, personificada por Luis Torres, director de sedes del WPT, se vanaglorió de que el circuito «desembarque por vez primera» en Menorca -acuerdo que perdurará para el próximo cuatrienio. A su vez, el ejecutivo del circuito internacional, en presencia de numerosos rostros de la Administración local, reflejó el «gran interés» que el Estrella Damm Menorca Open ha despertado en la Isla con alusión a las «12.000 entradas que ya se han vendido», cifra que apunta a incrementarse hasta las 15.000 medida que la competición se acerque a sus rondas finales.
En lo que respecta al torneo desde una óptica estrictamente deportiva, de forma insobornable para el aficionado insular, esta se focaliza sobre la figura de Gemma Triay. La jugadora alaiorenca, inédita en cuanto a victorias en el presente 2019, y después de un 2018 triunfal, en el que sumó cuatro títulos, se afianzó en el segundo lugar y merodeó el liderato del ránking mundial, espera quebrar esa inercia y alzar su primer trofeo del año en su isla natal, en lo que a la par significará su debut en casa en un torneo de envergadura internacional. Sería el repunte ideal dentro de un año convulso para la considerada como el ‘revés' más determinante del circuito, puesto que ha abarcado una lesión de su pareja -Sáinz jugó mermada desde el torneo inicial en Marbella hasta junio-, otra propia, con la dolencia que sufrió Gemma en su dedo, y el posterior cambio de entrenador -el argentino Rodrigo Ovide tutela desde hace menos de un mes los destinos en la pista de la dupla Triay-Sáinz-, cúmulo de circunstancias que derivó en su descenso hasta el sexto puesto en el ránking femenino.
Pero al margen de que Triay convierta o no en tangible su anhelo de reivindicarse en casa -mañana en Sant Lluís entra en competición-, con ello no le alcanzará para poder batallar por la supremacía del circuito femenino del WPT 2019 -tras la de Menorca, restarán solo dos pruebas, al margen del master final en Barcelona que reúne a las 16 mejores parejas, para que agote el calendario femenino. En ese sentido, el torneo menorquín sí puede repercutir para que ‘Las Martas' -Marrero y Ortega-, hegemónicas en el ránking tras seis triunfos este año, incluido en Cascais, Portugal, hace quince días, promuevan un acelerón que se distinguiría casi determinante en su trayecto a la cima -superan en más de 1.000 puntos en la clasificación a Ale Salazar y Ari Sánchez, sus inmediatas perseguidoras.
Concerniente al cuadro masculino, cuya hoja de ruta inauguró el pasado domingo con el arranque de las preliminares en Sant Lluís, destaca el marcado equilibrio con el que aterrizan las tres parejas aspirantes a gobernar el circuito, una situación de equidad totalmente novedosa en la cronología del World Padel Tour.
Así, la pareja argentina compuesta por los argentinos Sanyo Gutiérrez y Maxi Sánchez jugarán en la Isla como líderes del cuadro, pero a su rebufo advierten la amenaza de Pablo Lima y Ale Galán -tres títulos este año-, segundos en el ránking, y de Paquito Navarro y Juan Lebrón ‘bronce' provisional antes del torneo menorquín. En suma, múltiples aderezos para una cita sin precedentes en la historia del deporte menorquín y que pondrá los ojos del mundo sobre Maó y Sant Lluís.