En 2013, Rafael Nadal compró por unos 4 millones de euros (en un principio la propiedad pedía 5,7) un terreno en Portocristo (municipio de Manacor) de 7.000 metros cuadrados en primera línea de mar que incluía un chalet típico mallorquín de piedra y otras construcciones menores que sumaban más de 1.000 metros cuadrados. El conjunto pertenecía a los herederos de una de las dueñas de las Cuevas del Drach. En estos siete años, Rafael Nadal ha echado abajo casi todo lo construido.
El tenista enseñó este terreno, donde ubicará su residencia, al periodista Jon Wertheim dentro del reportaje para el programa de la CBS norteamericana 60 minutes, emitido hace unos días.
Nadal explicó a Wertheim que sus padres viven en las cercanías y que también tiene a escasos tres minutos su barco, un catamarán de 24 metros de eslora, que se espera llegue a Mallorca en unas semanas.
Durante el recorrido por el terreno, Nadal y Wertheim bajaron por una escalera construida sobre la roca con acceso directo al mar. El tenista explicó que el único problema que tiene (o tendrá cuando se construya la nueva casa) es que los chavales de Manacor se suelen tirar en verano desde un acantilado situado muy cerca de la Cova des Correu «y tanto para ir como para volver tienen que cruzar por la propiedad», comentó Nadal al periodista. Esto podría causar alguna molestia cuando el tenista y su mujer residan aquí porque el litoral es de dominio público.
La zona de protección tiene una anchura de 100 metros excepto si antes de la Ley de Costas de 1988 los terrenos estuvieran ya clasificados como urbanos o tuvieran un plan parcial ya aprobado con anterioridad, en los cuales la anchura es de 20 metros.
Éste podría ser el único nubarrón del idílico retiro del campeón.