Marta Finestres (Maó, 2003), una de las nuevas promesas que ha proyectado el voleibol menorquín, nos atiende después de clausurar un fantástico curso 2024, en el que ha conquistado el ascenso a Superliga 2 como integrante, y pieza importante, del segundo equipo del CV Sayre canario.
Mientras todavía degusta y comparte con nosotros lo que ha sido una temporada de rendimiento y resultado muy por encima de cualquier expectativa, Finestres madura qué hacer en la campaña que deviene, para la que sin embargo sus estudios la orientan, casi la obligan, a promover el retorno a Barcelona.
«Ha sido un muy buen año, que la verdad, no me esperaba», inicia la central de Maó en alusión, tanto al ascenso a la segunda liga del país de su equipo, el CV Sayre Décimas, como al protagonismo que ha tenido en el mismo. «Cuando vine a Las Palmas, no tenía en mente este escenario, en absoluto. Fiché por el Sayre, y al principio el objetivo era intentar asegurar la permanencia», rememora Marta Finestres sobre unos inicios que tuvieron continuidad en forma «de victorias y más victorias».
«Íbamos ganando y ganando más partidos, y al final, pues hemos ascendido; la verdad es que ha sido una gran experiencia toda esta temporada en Las Palmas, y muy gratificante, me he sentido muy bien, tanto en la cancha como con la gente de aquí», abunda la menorquina.
Futuro
A sus veinte años, Marta debe decidir ahora qué reto emprende para 2025, movimiento en el que también influirán sus estudios de INEF. «No me importaría seguir en el Sayre, he estado muy bien en el club, pero tengo que terminar la carrera en Barcelona, y mi prioridad, por eso, es Barcelona», indica la jugadora de Maó, que maneja un par de ofertas para jugar en la ciudad Condal, y sobre lo que resolverá en breve.
Su idea, en cualquier caso, es seguir jugando, a ser posible en SF2. «El Sayre, ahora, estaría descartado, pero en un futuro no me importaría volver allí», precisa Finestres en ese sentido, consciente por otra parte de la dificultad que supone poder vivir a nivel profesional del voleibol, un deporte en el que las cifras que se manejan están a un abismo de lo que se estila en otras disciplinas. Aunque «siempre hay algún incentivo que ayuda», subraya, y más en época de estudiante fuera de la Isla. Pero por tanto, su motor no es el dinero, y sí la pasión que irradia por un deporte que practica desde los trece años de edad (sucedió a su etapa de gimnasta rítmica, que prolongó hasta ese entonces), y al que dedicará «todos los años que pueda, porque me encanta el volei», asegura.
Ex de la cantera del CV Ciutadella, también del Barça, Marta Finestres reconoce que para ella sería «un sueño» poder integrar algún día la plantilla del Avarca, uno de los mejores equipos del país y flamante subcampeón de España. «No sé si podré alcanzar ese nivel, por un tema de altura también... No lo descarto, pero lo veo lejos, y actualmente no hay ninguna jugadora menorquina allí», analiza la central mahonesa, que no esconde, no obstante, la estima que destila por la entidad de Ciutadella
«El Avarca me marcó la dirección, me abrió muchas puertas», expone Marta, cuya gratitud centra fundamentalmente en la figura del técnico de formación del CV Ciutadella, Xavi Cardona, «quien siempre me ha ayudado mucho», destaca. «Hizo el contacto para que pudiera fichar por el Sayre, antes en Barcelona… si vuelvo a la Isla, quiero volver a Ciutadella, aunque sea jugando en otro equipo que no sea el de Superliga; siempre que puedo voy a ver sus partidos», revisa la jugadora menorquina, que por último, reconoce que el poder compaginar, en un futuro, su amor por el voleibol con su formación académica de INEF, podría abrirle otro abanico de posibilidades para «poder seguir vinculada», desde otra perspectiva, al mundo que tanto le apasiona y del que ahora es una firme promesa, ya casi realidad; el voleibol.
El apunte
Exgimnasta, y nieta de un icono de la Unión y del fútbol insular
Marta Finestres hizo su incursión en el voleibol a los trece años de edad. Hasta entonces, había practicado gimnasia rítmica, en el Club Pasqual Calbó, de la mano de la reconocida entrenadora local, Belén Meléndez, llegando a competir a nivel balear y estatal.
Sin embargo, Marta optó por un viraje y se decantó por el voleibol, llegando a integrar el equipo junior del Avarca. Tras marchar a Barcelona para iniciar sus estudios de INEF, se incorporó a la disciplina del Barça.
En el preámbulo de esta temporada, recaló en el Sayre, casi como un efecto colateral a su llegada a Gran Canaria para seguir estudiando, y tiene claro que su actual modo de vida, de marcada dedicación al voleibol, quisiera prolongarlo «muchos años más».
Su pasión por el deporte, probablemente sea una cuestión genética. No en vano, Marta es nieta de Ramón Finestres (1941-2019), uno de los grandes iconos de la UD Mahón y del fútbol insular en los años 60, quien además trazó un notable recorrido en Segunda División en diversos clubes de la geografía catalana, como el Sabadell, Terrassa, Manresa, Figueres... el linaje Finestres, en pleno siglo XXI, se mantiene en primera línea del deporte menorquín.