Si algo podemos destacar de 2023 en el ámbito financiero es el impacto de la subida de los tipos de interés en el endeudamiento variable. Si bien fue en la segunda mitad de 2022 que el Banco Central Europeo (BCE) empezó a subir tipos, del 0% al 2,5% de inicios de 2023 (interés de las operaciones principales de financiación), el verdadero sufrimiento financiero de familias y empresas se ha experimentado a lo largo del 2023.
Despedimos 2023 con tipos del BCE en máximos del 4,50%, catapultando el Euríbor a 12 meses por encima del 4%. Una familia que hubiera contratado un préstamo hipotecario de 250.000 euros para financiar la compra de su vivienda en junio de 2022, a un interés variable de Euribor + 1% y un plazo de 30 años, habría pasado de pagar 838 euros a 1.305 euros; un incremento del esfuerzo financiero familiar de 467 euros, 5.604 euros menos al año de renta disponible. Pagar más de 5.000 euros en tan solo un año, por la subida de los intereses del mercado interbancario, desbarata el presupuesto de cualquier particular. Ciertamente, tendríamos que sacar una lectura productiva del desastre hipotecario: solo adquiriendo los mínimos de educación financiera puede uno endeudarse en cientos de miles de euros a décadas vista.
El Euríbor ha superado el 4% en ocasiones anteriores: en los años 2000, 2001, 2007, 2008 (con un máximo en julio del 5,393%) y en el año 2023. Es crucial que, antes de optar por un préstamo a interés variable, los clientes debidamente informados evalúen el impacto potencial en sus cuotas de una subida de los intereses hasta al menos el 4% más el diferencial acordado. Aceptar el ensueño de vivir en un mundo de intereses bajo 0 supone despertarnos a una realidad de pesadilla: los intereses que hemos pagado en 2023. Podemos aventurar que la inquietud se rebajará a lo largo de 2024. Diferentes previsiones en el momento de escribir estas líneas sitúan el referencial hipotecario cerca del 3,20% en diciembre.
Vista la inflación financiera que han sufrido tantas de personas y empresas, que no se refleja de forma directa en las estadísticas de precios, toca el turno a la protagonista de la pérdida masiva de poder adquisitivo. Si nos fijamos en el IPC, el incremento interanual de precios en enero de 2023 estaba en el 5,9% (media en España), frente al 5,7% en nuestras islas. Los precios fueron subiendo de forma menos acentuadas a lo largo del año, cerrando diciembre en el 3,1% (España) y el 3,3% (Illes Balears). Una cierta contención del golpe inflacionario sufrido que no esconde una verdad incómoda: somos más pobres y nuestro dinero vale menos.
Una comparativa a dos años vista ayuda mejor a ver el impacto del empobrecimiento; comparando el índice de precios de diciembre de 2021 con diciembre de 2023, resulta que el consumidor balear es un 9% «más pobre»; además, los productos del grupo alimentos y bebidas no alcohólicas, especialmente relevantes para las rentas menos pudientes, se han encarecido un 23,2% en este mismo periodo. Ni que hablar de los alquileres y coste de adquirir una vivienda, cuyo encarecimiento imposibilita a buena parte de la población el acceso a un hogar propio. En cuanto a los intereses bancarios cobrados y pagados a los hogares de nuestro país, el Banco de España recoge un tipo sintético de préstamos y créditos (nuevas operaciones) pagado por los hogares al 4,96% en diciembre de 2023, frente a un 0,47% de remuneración de los depósitos. El ahorrador conservador, especialmente aquel sin conocimientos financieros avanzados o sin acceso a asesoramiento profesional independiente, enfrenta una pérdida real de valor en sus ahorros, ya que a los intereses nominales hay que descontarles el efecto corrosivo de la inflación.
La ausencia de una cultura financiera adecuada, aliada en la salvaguarda de nuestros recursos frente a la inflación y las decisiones económicas desafortunadas, nos conduce a un ciclo de trabajo y sacrificio, donde el sacrificio para ahorrar, paradójicamente, se malgasta, en términos reales.l