No me gustaba ser la rara ni tampoco la popular. Sólo me gustaba ser una chica normal. Me llamo Cárol y tengo doce años. Vivo en Madrid y siempre me pasan cosas raras.Un día de verano, al terminar los deberes, estaba muy cansada y no pude evitar echarme en la cama. Cuando me tumbé en la cama cerré los ojos y me desperté en otro mundo. No había nadie, estaba sola. Con un esfuerzo enorme pude balbucear:-¿Hay alguien?
Silencio total.
Yo notaba la presencia de alguien, pero no estaba segura. Me giré y vi a una chica que dormía plácidamente en su cama. La cara de esa chica me resultaba familiar. Me acerqué y lancé un grito cuando vi que esa chica era yo.
Después de mi gran trueno me desperté en otro lugar. Estaba oscuro, no podía ver con claridad. Di unos pasos y de golpe sentí como me caía. Gritaba con todas mis fuerzas. Cuando pude ver con claridad, percibí que faltaba poco para que tocara el suelo. Grité y me desperté.
-¿Dónde estoy? Mi madre estaba al lado
-¿Mamá eres tú? No respondió
Mamá levantó la cabeza. Me la miré. Solo tenía pelo, pelo y más pelo. Empezaba a estar muy nerviosa. Podía dar vueltas, vueltas y más vueltas a la cara de mamá pero solo había pelo.
En mi cabeza bullía un montón de pensamientos: ¿Ocurre de verdad?, ¿Estoy soñando?, ¿Habré muerto?...
Una lágrima saltó de mi ojo. Cuando la lágrima tocó el suelo se formó un gran lago y en él se veía mi reflejo. Tenía mucha sed. Quería coger un poco de esa agua, me temblaban las manos y mi paciencia se agotó y vociferé:
-¡¡¡Quiero salir!!!
Me desperté en mi cama fui al lavabo me encontré mi hermano, Iker. Me lo miré de perfil. Le faltaba la boca.
Fui a mi cuarto, me eché en la cama y golpeé sin parar contra los cojines. Cuando se me pasó la ira, encontré a Jan, el chico que me gusta, que decía sin parar: -Perdóname, perdóname. Se oyó un paso. Miré a mi lado Jan no estaba y aún oía sin cesar: - Perdóname, perdóname. Se oían pasos cada vez más fuertes, el tic-tac de mi reloj… Cuando mi cuerpo no pudo tranquilizarse más grité: -¡¡¡Quiero salir!!!¡¡¡Parad!!!!
Oía una voz que me decía dulcemente: - Cárol despierta, Cárol, hija, despierta.
Abrí los ojos, era mamá. Le dije: - ¿Mamá eres tú?
-Sí soy yo. No pude evitar abrazarla.
-¡Estabas chillando como una loca! ¿Has tenido una pesadilla? -me preguntó
-¡Sí! Era horrible. Mamá me cogió por la muñeca y me llevó a la lavandería dejándome encerrada. Evidentemente, ¡no era mi mamá!.
CONTINUARÁ…
Un sueño, dentro de un sueño en un cuento (I)
Narración de una alumna del IES Josep Miquel Guàrdia
Emma Sintes | Alaior |