El globo subió y subió arrastrando consigo una barquilla. Al cabo de varias jornadas Phileas Fogg y Passepartout se posaron sobre el dorso plateado de una gigantesca ballena. No muy lejos de allí, un tal Ahab, acodado sobre la borda de su buque y a través de su catalejo, observaba la maniobra de aterrizaje. Muy fastidiado, ordenó tirar del calabrote que sujetaba el ancla y, acto seguido, orzar a barlovento. En rauda singladura pasaron la siguiente semana. Arribaron a una playa inhóspita sobre la que corría un indio llamado Viernes, su dueño hacía días que había emigrado. Crusoe estaba en ese momento alzando una pinta junto a su nuevo amigo en un lugar llamado Liliput?
Cogí un tomo de lomo dorado que vi que goteaba un poco; al quitarlo, reparé en un reguero húmedo que salía del ejemplar que había al lado. También lo saqué?Esto me pasa por poner en la misma balda a Julio Verne, Herman Melville, Daniel Defoe y Jonathan Swift-pensé-. A mis pies había un charco.