Concha Velasco tenía una cuenta pendiente con Menorca, y ésta quedará saldada la próxima semana. Los problemas de salud, una apendicitis, obligaron a la artista a cancelar las funciones programadas de «Hécuba» en abril de 2014 en el Teatre Principal. Recuperada de ese bache, y posteriormente de un linfoma, la artista regresó de nuevo a las tablas el pasado mes de septiembre, y lo hizo con la pieza «Olivia y Eugenio», con la que visitará el 'Principal' la próxima semana, los días 2 y 3 de septiembre (21 horas).
Velasco se mete en esta ocasión en el papel creado por el dramaturgo peruano Herbert Morote, un texto que se ha encargado de adaptar un director del prestigio de José Carlos Plaza, Premio Nacional de Teatro en tres ocasiones (1967, 1970 y 1987). La pieza gira en torno a la conmovedora relación de una madre con su hijo, un joven con síndrome de Down llamado Eugenio. Ambos se enfrentan a una situación extrema donde se ponen en juego los valores a los que se acostumbra a recurrir en tiempos de crisis.
Cuestión de felicidad
En palabras de Morote, estamos ante «una obra actual dentro del marco de la corrupción política, terrorismo, alcoholismo juvenil, inseguridad ciudadana, de la que se desprende otra pregunta, ¿quién es realmente feliz, una persona que parece tener éxito o un joven como Eugenio?». Recuerda el autor que ha habido en España varias películas en las que han participado personas con síndrome de Down, pero el hecho de que Pablo Pineda ganara la Concha de Plata en San Sebastián con el film «Yo, también» marcó un antes y un después en ese sentido. Lo que se puede ver en «Olivia y Eugenio» representa un paso más, ya que «es la primera vez en que actúa uno de ellos durante toda la obra», afirma el autor de la misma. El protagonismo de ese papel, dependiendo de la función, se lo reparten entre Rodrigo Raimondi y Hugo Aritzmendiz, y por el momento, según apuntan desde la productora, se desconoce quién de los dos se subirá al escenario del Teatre Principal.
Dice Plaza, que ha dirigido más de un centenar de montajes, que «hay obras de teatro que me producen admiración, otras sonrisas e incluso carcajadas; otras penas o preocupación, las menos reflexión, pero las hay que desde las primeras palabras simplemente te encogen el corazón, y no te sueltan hasta el último momento. Esto me ocurrió con 'Olivia y Eugenio'».