Mar Hernández Plana (Sabadell, 1970) llevaba una vida normal hasta que el 2007, a los 36 años, le diagnosticaron un tumor mamario. El cáncer le cambió la vida. «Para gestionar la enfermedad, la rabia y el miedo que sentía, me enganché a la bicicleta», explica esta licenciada en Bellas Artes y profesora de secundaria de artes visuales y plástica en Castellar del Vallés.
Después del tratamiento, intensificó la práctica del deporte y cambió su alimentación, lo que en pocos años la convirtió en una deportista muy preparada, capaz de asumir insospechados retos deportivos.
A finales de 2011 la invitaron a participar en la Titan Desert, pero no pudo asistir a la prueba porque en marzo de 2012 le diagnosticaron un nuevo cáncer en el mismo pecho. «Del primer al segundo diagnóstico hubo un abismo, porque había incorporado la bicicleta en mi vida, lo que me sirvió para encarar la enfermedad con más valentía y coraje que en la primera ocasión», explica.
Entonces decidió hacerse una mastectomía de la mama afectada y de la otra sana a modo preventivo. «Aún estoy en reconstrucción plástica y personal, siguiendo luchando, conviviendo con la práctica deportiva y con buenos resultados a nivel inmunológico, físico y emocional», comenta.
A raíz de la mastectomía, su cirujana plástica le sugirió la idea de fotografiar las transformaciones de su cuerpo para asumir los cambios a nivel físico y de feminidad. Fue cuando surgió el proyecto «Identitat esculpida», una exposición de fotografías de Jordi Serra que retrata a Mar Hernández, con la coordinación artística de Helena Pielies.
Tres mensajes
La muestra, inaugurada este juevesen el Claustre del Carme de Maó y que podrá visitarse hasta el próximo día 20, está estructurada en tres bloques temáticos: las fotografías que simbolizan la enfermedad, con pintura acrílica sobre el cuerpor de Mar Hernández; el papel que ha jugado la bicicleta en la batalla, y la recuperación y reivindicación de la feminidad.
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