Ingresó en la Marina con 15 años y dicen que ya pronto destacó por su valor y coraje en la guerra de Sucesión, donde se forjó como militar. Ocho años más tarde, con 23, ya había ascendido a capitán de navío, aunque a los 25 años era cojo, tuerto y manco por las heridas recibidas en combate, lo que le valió el apodo de Mediohombre.
Ese Mediohombre no era otro que el marino y estratega Blas de Lezo, nacido en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa) en 1689 y fallecido en septiembre de 1741, tras una carrera militar de 39 años a la que llegó al cargo de almirante y en la que no perdió ni una sola batalla, invicto incluso en la que fue su último envite: la victoria en la defensa de Cartagena de Indias en la primavera de 1741 contra la poderosa flota inglesa del almirante Vernon, dicen que más de ocho veces superior en barcos de guerra y casi diez veces mayor en combatientes.
Aquella hazaña en Colombia es tenida por la mayor derrota naval de la historia de Inglaterra y la que convierte a España en la mayor potencia naval del siglo XVIII, evitando perder la plaza considerada entonces como la llave estratégica de América.
Pese a ese triunfo y carrera, Blas de Lezo, también por su enfrentamiento con el virrey Sebastián de Eslava, fue apartado de la escuadra de Cartagena de Indias y murió pocos meses después, enterrado en una tumba de emplazamiento desconocido.
Considerado una leyenda viva por sus coetáneos y hoy casi olvidado, el Ministerio de Defensa ha recuperado su memoria con una exposición itinerante («Blas de Lezo. El valor del Mediohombre») que ahora ha llegado a Menorca. La muestra fue inaugurada el martes y puede verse hasta el próximo 12 de diciembre en la Sala de Audiencias del Claustre del Carme de Maó.