El profesor de investigación del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el doctor Miguel Ángel de Bunes Ibarra, habló el viernes en el Cercle Artístic de Ciutadella sobre «Los cautivos de Ciutadella en Constantinopla, la integración en una sociedad de Oriente» durante el acto institucional del 25 aniversario de la SHA Martí i Bella. La conferencia fue, en realidad, una continuación de la que De Bunes ofreció en 2008 en la conmemoración del 450 aniversario del ataque a Ciutadella de la flota otomana en 1558, en la que desgranó las características de la caída de la ciudad y algunos de los errores cometidos en la defensa de la misma.
¿Cuáles fueron las causas por las que muchos menorquines trasladados a Constantinopla no volvieran a la isla?
—Es una consecuencia de un contexto internacional muy adverso, porque entre los años 1556-58 a 1561-65 el Mediterráneo está en plena ebullición, en continua guerra, y entonces el traslado de los menorquines cautivos en Constantinopla genera que se desentienda gran parte de la monarquía y de las propias autoridades de la Isla, el rescate de cautivos era muy caro, lo que explicaría que escasamente un 15 por ciento de los menorquines apresados logran volver a la Isla.
¿Era fácil retomar de nuevo la vida en la Isla?
—La reintegración de una persona en su antigua sociedad resulta muy complicada, porque depende de los años que han pasado. Si han sido pocos, no hay problema, pero si han sido muchos, como lo que ocurrió con los menorquines, en primer lugar encuentran problemas porque ni siquiera a la sociedad de origen, la propia Isla, le apetece que vuelvan, entre otras cosas porque la destrucción de Ciutadella, que alcanzó hasta la mitad de la Isla, implicó también la destrucción de la mayor parte de los títulos de propiedad de las casas. Entonces, lo que se genera es una sociedad nueva en la propia Isla. Además, llevan muchos años viviendo fuera y desconocen lo que van a encontrar cuando vuelvan... seguramente se sentirían como extraños.
Muchos optan por quedarse en Constantinopla.
—Sí, mucha gente aun suponiendo que consigan la libertad, quieren quedarse en los lugares que se les acoge si llevan muchos años; en cambio, sabemos que otros vuelven sin problema, pero son muy pocos.
¿Cómo era el proceso de integración en un país con una cultura y una religión radicalmente diferentes?
—Si se convertían al islam, la integración era relativamente sencilla, siempre en el contexto de hace casi 500 años. Gran parte de la sociedad de Constantinopla era mestiza, en el sentido de que hay una gran cantidad de personas que no proceden del mundo islámico. Por tanto, el mundo otomano, como el argelino, era objetivamente un mundo mucho más abierto de lo que era el mundo menorquín en esos años, aunque ahora nos parezca mentira.
¿Se conoce cuántos cambiaron de religión?
—Es un dato muy difícil de saber, pero es posible que cambiara en torno a un 40 por ciento, la prioridad era poder vivir.
¿Cómo se relacionaron entre ellos?
—Sabemos que algunos que reniegan y se hacen musulmanes luego tienden a casarse con mujeres que proceden de la misma Ciutadella, es decir, aunque han renegado y son musulmanes para su mundo más personal prefieren a una persona de su misma procedencia.
¿Cómo vivían?
—Si son cristianos liberados, en Constantinopla hay una gran cantidad de cristianos viviendo. Además, los cautivos viven siempre en la misma zona de la ciudad, al otro lado del Cuerno de Oro, donde hay iglesias y colegios de cristianos, mientras que los judíos viven enfrente, muchos de ellos son de origen sefardí, también los hay de origen mallorquín y menorquín que han emigrado. Por tanto, no es un mundo completamente lejano para ellos. Además, los cautivos suelen juntarse entre ellos, se unifican por naciones, en este caso no hablo de españoles sino de aragoneses, toledanos, mallorquines, menorquines etc. La integración existe porque se van ayudando entre ellos.
Las dificultades debían ser numerosas.
—El cautiverio es una situación extrema y obliga a generar e inventarse muchas cosas nuevas, pero la gente de las islas siempre han tenido una capacidad enorme de generar nuevas actividades económicas, nuevas actividades humanas y son gente relativamente acostumbrada a los cambios, mucho más que otros individuos.
Un ejemplo de progreso social de los que fueron llevados por la fuerza a Constantinopla.
—El caso más paradigmático de este progreso social es la familia de Joan Seguí. Sabemos que dos de sus hermanos se hacen capitanes de galera. Dentro del éxito que puedes tener, todo eso pasa por la conversión al islam… En el caso de Joan Seguí el tema es más complicado, hay un proceso inquisitorial un poco complicado de entender, porque tiene bastante tendencia a las mujeres, lo cual no es malo ni bueno, es una realidad, hay una denuncia por ahí, él apoya a otros renegados, es un personaje complicado, pero sus hermanos tienen un cierto ascenso social. A este hombre sí lo conocemos porque vuelve, por lo que sabemos y nos da una gran cantidad de nombres, tanto de gente que reniega como de gente que intenta rescatar.