Me pregunto qué artistas figuran en la playlist de Spotify del general Fulgencio Coll, el mandamás de Vox en el Ajuntament de Palma. Es posible que en su casa suene el Fary o José Manuel Soto, tal vez Bertín Osborne; seguro que Antònia Font no. En realidad, la duda es si el regidor ultraderechista sabe lo que es Spotify. El concierto que la banda mallorquina ofrecerá el próximo 28 de enero en el Parc de sa Riera dentro del programa de las fiestas de Sant Sebastià está levantando ampollas en ciertos sectores; sobre todo, en el político, con la derecha aferrándose a un clavo ardiendo, pero también en el de la música, por los 341.000 y pico euros que cuesta el susodicho recital.
En el último capítulo de esta trama de enredo, con informaciones tergiversadas y dudosos testimonios, el general cargó en Twitter contra Cort por contratar a una banda por ese dinero ya que «solo cantan en catalán y no les conoce nadie». Señor Coll, seguramente sean más conocidos en Mallorca –y parte del ‘extranjero'– los Antònia Font que usted o cualquier persona de su partido y de muchos otros. La labor de la oposición en cualquier gobernanza es más que necesaria, pero siempre desde la decencia, el conocimiento y el saber hacer.
En este caso, las palabras del de Vox suenan a desconocimiento, un ataque que, como suele ocurrir en numerosas ocasiones, termina en el mismo sitio: la llengua, nuestra lengua, el catalán. La banda no tardó en responder y lo hizo con la letra de una de sus canciones. Lástima que borrasen el tuit poco después.
Hace ya mucho tiempo que, por desgracia, el conglomerado político, en rasgos generales, ha perdido la clase, la educación y en muchas ocasiones el talante que se debería exigir a quienes dirigen nuestras vidas gracias a nuestros votos. Por eso, escuchar sandeces como las que ha pronunciado Fulgencio Coll sobre el concierto de Antònia Font no hacen más que refutar una pérdida de valores que, dudo mucho, se pueda recuperar.
El debate sobre cómo organizar la Revetla de Sant Sebastià de Palma está ahí desde hace más de una década, desde los tiempos de Grosske. Complicado es, pero no imposible, dar con una fórmula que guste a todos, pero al final, lectores y lectoras, esto es pura política, puro postureo a la postre de los intereses de unos pocos, y no me refiero a los ciudadanos. Los palmesanos merecen mucho más que todo esto.