El historiador menorquín Josep Portella recoge en su nuevo libro «1939. El gran exili menorquí o la memòria perduda dels vençuts», las biografías de 953 menorquines que tuvieron que exiliarse a causa de la Guerra Civil o la dictadura franquista.
¿Cómo han sido estos años de investigación y qué encontraremos en este nuevo trabajo sobre el exilio menorquín post 1939?
Empecé a estudiar el exilio en 2009 con la biografía de Liberto Callejas, editada por Ses Voltes. En una primera fase publiqué biografías largas de exiliados de prestigio: Francisco Carreras, Juan Comas, Estanislao Ruiz, María Cánovas, Jordi Benejam, Leopoldo Cardona, Marçal Pascuchi, Enric Limosner, Octavio Alberola, Miguel Amantegui, y otros.
En una segunda fase reuní 953 biografías de exiliados menorquines publicadas en Libro de Exilios, completadas por 100 biografías más, posteriores, ahora inéditas. Este libro que hemos sacado ahora sería una tercera y definitiva fase del proyecto exilio: se trata del relato histórico del exilio, desde 1936 hasta ahora.
¿Cómo ha sido reconstruir las historias del exilio y el diálogo con las familias de los exiliados? ¿Pudo hablar con familiares o parientes de exiliados de fuera de Menorca?
Sí. El trabajo se ha realizado con unas 300 entrevistas, presenciales, por escrito o a través de teléfono, Skype. Entre ellas hay entrevistas a exiliados (sobre todo quienes eran niños en 1939) e hijos o sobrinos de exiliados. Hay una diferencia entre los informadores directos y los indirectos que cuentan lo que les han contado.
A través de internet he realizado entrevistas directas a Canadá, Estados Unidos, México, Argentina, Cuba, Chile, Venezuela, Francia, Inglaterra y también con exiliados que regularmente volvían de visita
Lamentablemente, muchos de los entrevistados han fallecido ya durante estos últimos quince años, desde las primeras entrevistas.
¿Cuales diría que son las consecuencias más importantes que tuvo el exilio masivo después de 1939 para la isla en términos económicos y sociales?
El exilio de casi mil personas (la mayoría en edad de producir y reproducir) es a la fuerza un impacto. Así como los 700 fallecidos (entre republicanos y nacionales) y los casi 3.500 encarcelados. Es un total de 5.200 personas (con repercusiones en las familias) en una población que debió ser de 35.000 habitantes.
El impacto global (económico, social, poblacional, cultural, aparte, evidentemente, del político), fue muy fuerte. Se produjo un proceso puntual de sustitución poblacional indirecto con los soldados y fuerzas armadas que eran destinados a Menorca y que quedaron a vivir allí.
Además de las historias de los que se fueron, ¿Se dibuja un retrato de los que se quedaron? ¿Cómo fue Menorca desde el 8 de febrero de 1939 en adelante?
El libro se fija únicamente en el exilio. Posteriores publicaciones tratarán el tema de las prisiones de Franco y el establecimiento del régimen de vigilancia durante los primeros años del franquismo en Menorca, pero en este no.
¿Por qué cree que es importante rescatar estas historias de exilio en este momento?
- Estas historias habrían tenido más fuentes y mayores repercusiones en los años ochenta del siglo pasado, pero entonces nadie lo hizo. El hecho de hacerlo tarde nos ha impedido poder hablar con más informadores directos, pero nos ha permitido utilizar los sistemas electrónicos y digitales para llegar muy lejos.
Si no se hubiera hecho ahora, muchas de esas historias se perderían para siempre. La suma de mil historias nos dan una idea del alcance del episodio, pero cada una de ellas también nos permite recuperar la memoria de quienes partieron y, en muchos casos, han sido olvidados. Creo que hay mucho reto como trabajo de historiador, mucho también de justicia histórica.
El nuevo libro de Josep Portella se ha presentado en los últimos días en Ciutadella y Ferreries. Este lunes está prevista una nueva sesión en el centro social La Cavatina de Maó y el jueves en el Centre d'Estudis Locals de Alaior, ambas a las 20 horas.