Son muchos los papeles que a lo largo de su carrera ha interpretado el bajo barítono menorquín Simón Orfila, pero hay uno que ocupa un lugar especial, el de Escamillo, de la ópera de Georges Bizet «Carmen». Un rol del que está disfrutando actualmente en un escenario «al que siempre es un placer volver», reconoce el artista de Alaior, el Gran Teatre del Liceu. Una producción que se estrenó la semana pasada y en la que anoche realizó su segunda función de la temporada. El intérprete permanecerá en la Ciudad Condal hasta el 17 de este mes y abordará otras cuatro actuaciones.
El de Escamillo es un papel recurrente en su carrera. Lo ha interpretado en escenarios de Bogotá, la Ópera de Roma, Ópera de Berlín, la Maestranza de Sevilla, Termas de Caracalla de la capital italiana e incluso en Fuzhou (China). Una vez finalizado su paso por el Liceu, viajará a Pamplona, de nuevo con «Carmen». «Es un papel al que le tengo mucho cariño y me gusta mucho», reconoce el artista de Alaior.
La popular ópera de Bizet se había representado en el Liceu en 232 ocasiones hasta la llegada de esta producción, pero para la última hay que remontarse a 2015. Ahora vuelve con el montaje dirigido por de Calixto Bieito para celebrar el 25 aniversario del estreno de su versión. El menorquín comparte protagonismo en los roles principales con Felipe Bou, Toni Marsol, Michael Spyres, Freddie De Tommaso o Jan Antem, entre otros.
El Gran Teatre del Liceu dedica las funciones de la ópera «Carmen» de Bizet a la memoria de Luis López Lamadrid, fallecido recientemente. «Su contribución a la cultura y, específicamente al género operístico, perdura con esta propuesta que ha podido verse en prácticamente todo el mundo», destacan desde el teatro.
Por su parte, Orfila, tras su paso por Pamplona, afrontará nuevos proyectos en artísticos en Palma de Mallorca y el Teatro de la Zarzuela de Madrid.