Francisco Javier Lopera (Palma del Río, Córdoba, 1959) lleva mucho tiempo dedicándose al mundo del arte, campo en el que es totalmente autodidacta pero con el que confiesa disfrutar a lo grande. El creador, que reside en la Isla desde hace 21 años, nunca antes se había planteado hacer una exposición. El mundo de arte había formado siempre parte de una esfera muy particular de su vida. Una barrera, ahora que el momento de la jubilación está más cerca, que ha roto con la organización de la que es su primera gran exhibición, que actualmente se puede visitar en la sala polivalente del Convent de Sant Diego de Alaior.
Se trata de una exposición que llama la atención por la cantidad de obra que exhibe, que se aproxima a las 200 piezas, prácticamente toda su colección particular, pero también resulta curiosa por la técnica que utiliza, el pirograbado. Una forma de trabajar en la que se viene especializando desde poco antes del estallido de la pandemia.
En realidad estamos hablando de una práctica artística muy antigua, cuyo origen se remonta a los egipcios, aunque hay estudiosos que sostienen que podría llegar hasta la prehistoria, cuando lo primeros humanos crearon obras de arte a partir de los restos del fuego. Explica Lopera que en, resumen, el objetivo es hacer un dibujo en un panel, «si puede se un tablerillo de pino mucho mejor, utilizando una especie de soldador regulado con un termostato».Así, graduando la temperatura de ese utensilio, se va «quemando el material» para dar forma a los dibujos.
«Normalmente, este tipo de grabados se suelen hacer en blanco y negro, pero algunos cuadros quedan muy bien si se les añade algo de color, ya que les da un toque de gracia», confiesa el artista. Un proceso que puede llegar en el caso de algunas piezas a prolongarse hasta cuatro días, aunque el tiempo suele ser muy variable. Lopera lo vive, más allá de como una afición, como una vía «para despejarse de las cosas cotidianas de la vida», confiesa.
En cuanto a la materia prima, destaca que tiene una especial predilección por trabajar siempre que se puede con materiales reciclados. En el caso de las temáticas, son muy variadas, pero en su primera gran exposición cabe destacar el protagonismo de los paisajes menorquines, con lugares emblemáticos como Binibèquer, el Lazareto o los yacimientos talayóticos, entre otros.
También hay piezas inspiradas en las costumbres locales, colecciones de animales variados como protagonistas, obras inspiradas en las creaciones de otros artistas, además de retratos y autorretratos. Un conjunto que es el resultado de muchas horas de perfeccionamiento de una técnica con la que Lopera quiere seguir experimentando.