Artur Ramon (Barcelona, 1967) es historiador del arte y pertenece a la cuarta generación de una conocida saga de anticuarios. Una figura popular por su papel como divulgador en medios de comunicación y sus libros relacionados con el mundo del arte, en quien este jueves (19.30 horas) recaerá el papel de inaugurar el Cicle d'Art i Coleccionisme que organiza el Ateneu de Maó.
Materia de la que hablará en una doble sesión (visitará de nuevo en la entidad cultural el 2 de mayo) y que dará pie también a abordar su particular visión del mundo de la cultura, una de las temáticas que aparecen en su última publicación, «Aún aprendo. Quince episodios sobre dibujo» (Elba, 2023). Título que se inspira en la frase «Ancora imparo», en relación con la respuesta que un octogenario Miguel Ángel espetó a alguien que se había acercado para elogiar su Capilla Sixtina. Un volumen en el que Ramon hace un viaje en el tiempo por el arte del dibujo desde las Cuevas de Altamira hasta Miquel Barceló.
«La frase en cuestión existe desde el neoplatonismo, y habla de la vida como un proceso de aprendizaje, entendiendo la curiosidad como el motor de la cultura, ese anhelo de saber que te lleva a una especie de excelencia intelectual que es tan necesaria hoy día», explica.
El divulgador habla en su ensayo del dibujo como esa primera forma de comunicación, «la raíz del arte, la primera voz», recuerda de nuevo citando a Miguel Ángel. «En el dibujo se concentra lo más íntimo, es como el andamiaje del arte», sostiene el historiador, que mirando al futuro reivindica «reinventar el humanismo a través del conocimiento real de las cosas, no solo desde el arte, sino desde un sentido holístico amplio».
Y es que recuerda Ramon cómo todas las disciplinas están conectadas entre sí en los diferentes aspectos de la vida, «y al final toda obra de arte no es más que un mundo en condensación, una cápsula que hay que saber descodificar para llegar al trasfondo de las cosas». Pero para conseguir eso se necesitan unas herramientas de cultura, continúa, «que no están en los planes educativos, y eso es un problema». Para Ramon la figura del maestro es «fundamental» pero la educación «tiene que venir de casa». Una combinación de elementos que «alienta el mundo de una curiosidad que hoy parece haber muerto, en el que el conocimiento y el saber ha quedado relegado a unos espacios muy reducidos», concluye.
El apunte
«En la sociedad actual se confunde el conocimiento con la cultura»
En «Aún aprendo» su autor deja patente la preocupación por el hecho de que «en la sociedad actual se ha confundido el conocimiento con la cultura, la información con el saber».En ese sentido hace hincapié en que «la cultura requiere un esfuerzo de aprendizaje» y señala que actividades tan claves como la lectura «se han vuelto complicadas en un mundo en lo que todo es muy rápido y epidérmico», cuando lo que se necesita es «tiempo de reflexión... Todo el mundo de la cultura tiene un tiempo muy distinto al tecnológico». El audiovisual va muy rápido «y te lo da todo muy trillado, no implica esfuerzo. Es mucho más fácil ver una serie que ponerte a leer». Asegura Ramon que la cultura es algo que se conquista «en el día a día y con un esfuerzo constante», mientras que, por otra parte, lamenta que existe «mucho narcisismo cultural, pero gente de verdad culta no hay tanta».