Purificación Pujol lleva publicados más de 20 libros jurídicos y las estadísticas dicen que es una autora superventas en ese campo. «No porque sea muy buena, sino porque soy muy oportunista», reconoce con humor. «Si veo que se empiezan a presentar los Whatsapp en los juicios, pues voy y escribo un libro sobre la prueba en la era digital».
Pero a Pujol, la juez que más sentencias firmó en 2011 en España, lo de escribir le viene de lejos, de cuando era bien joven: «Con 11 años ya escribía cuentos y poesías», rememora. También probó suerte con el ensayo, «Un divorcio elegante», mediático y con prólogo de Isabel Preysler, en 2012, pero ahora ha llegado el momento de la novela. Hace unos días salió a la venta «El honor de los decentes» (Plaza & Janés) y ayer, antes que en ningún sitio, firmó los primeros ejemplares en la librería Sa Catòlica gracias a la estrecha relación que mantiene con Menorca desde hace 20 años.
«Estoy acostumbrada a publicar libros jurídicos, que se venden muy bien, pero me apetecía muchísimo pasarme a la ficción. Es un género que me gusta, leo muchas novelas y las disfruto. Los libros científicos son un poco aburridos, son sota, caballo y rey, hablas de lo que dice la jurisprudencia y el Código Civil, no te puedes inventar nada», relata. «De repente, descubrí que me apetecía mucho escribir una novela y que esta estuviera de alguna manera relacionada con Menorca».
Y así dio el salto a la ficción, pero una ficción que convive con una ambientación histórica profundamente documentada. Sirve como prueba que el proceso de redacción e investigación se ha extendido durante cuatro años. Un apunte sobre la trama: Barcelona, 1969. Bertha es funcionaria en el Juzgado Especial de Vagos y Maleantes, donde se persigue a colectivos disidentes o excluidos de la sociedad por su pensamiento, oficio o inclinación sexual. Sin embargo, tiene problemas para acatar órdenes que conllevan el sufrimiento de inocentes.
Según explica la escritora, hay tres elementos que confluyen en la novela. Por un lado la Ley de Vagos y Maleantes, cuya tramitación e historia se refleja en sus páginas: «Siempre me fascinó la historia de esa ley». Pero en la trama de «El honor de los decentes» también tiene un protagonismo especial la historia del C-4, el submarino que trajo divisas a Menorca cuando la Isla estaba sitiada por los Nacionales y era el último reducto republicano que quedaba en España. Y por último, la rendición de la Isla durante la Guerra Civil. «No hay nada más admirable que cómo se rindió Menorca con aquel pacto entre republicanos y las tropas franquistas para que los primeros salieran en un buque inglés» y así evitar un baño de sangre.
Regresando a la ley que se utiliza como el eje narrativo, Pujol confiesa que cree que «no hubiera podido aplicarla y condenar determinadas acciones por mis principios». Estamos hablando de una norma que se aprobó «por unanimidad entre la izquierda y la derecha», rememora, en 1933 y a la que en 1954 se incorporó la homosexualidad. Una ley sobre la que mucha gente no sabe que, aunque no se aplicó a partir de 1978 por la despenalización de Adolfo Suárez, no se derogó hasta 1995.
Una novela de ficción, con historia y también un mensaje: «Que siempre deben prevalecer los principios, la dignidad y los valores del ser humano frente a la normativa existente, a la moda o a lo que es políticamente correcto. Yo creo que los seres humanos deberíamos no dejarnos llevar por otros valores que no fueran los nuestros internos».
La escritora se pone como ejemplo: «Yo soy incapaz de faltar a mi palabra, para mí la palabra es ley, pero ley de la de siempre, los juristas eso lo valoramos bastante», reconoce. También defiende la «bondad de hacer el bien, ya que al final tienes recompensa» y sostiene que «siempre hay que ponerse en lugar de los demás, porque yo podría ser esa persona que está viviendo ahora en Gaza y la están borrando».