Sostiene la coreógrafa y bailarina Laia Santanach que «la danza en Menorca es bastante anecdótica». Añade que «sí es verdad» que existen espectáculos puntuales», pero reconoce también que «debería tener más espacio» y una programación más continua. Un escenario ideal de futuro por el que viene trabajando un proyecto artístico y formativo del que es partícipe, el festival Menorca en Dansa, impulsado por la Asociación Cultural Gambaru, que el pasado viernes se clausuró con un espectáculo al aire libre en la Plaça Conquesta.
El broche a unas intensas jornadas de trabajo de las que también han formado parte las clases y talleres impartidos por los profesores residentes e invitados y de los que han sido partícipes cerca de medio centenar de personas. Como complemento, los espectáculos a pie de calle que este año se han podido disfrutar en enclaves como en Cala Corb, S'Algar o en el parque Rochina de Maó.
«Lo que pretendemos con esta iniciativa es hacer un poco de pedagogía de lo que es la danza contemporánea y el gran poder transformador que tiene», explica Santanach. Sobre la edición que acaban de clausurar, confiesa que ha sido «muy bonita», y destaca el hecho de que el festival sigue creciendo, tanto en lo que se refiere a los participantes (este año se inscribieron un centenar de compañías, entre las que hubo que hacer una selección), como a la respuesta del público, cada vez más receptivo ante la posibilidad de disfrutar de eventos al aire libre.
Así, Menorca en Dansa sigue creciendo al son de la filosofía que se marcaron desde un principio, la de acercar la danza contemporánea «a espacios donde es muy difícil verla o casi imposible durante el resto del año», recalca la coreógrafa, que este año ha estado acompañada por otro bailarín residente, David Novoa, así como por otras dos profesoras invitadas, la bailarinas María Cabeza de Vaca y Lorena Nogal.
El apunte
El festival pone la vista en su décimo aniversario y en seguir creciendo
Nacido en 2016, los organizadores ya están pensado en la próxima cita, cuando se celebrará la décima edición del festival. Cabe destacar que se trata de uno de los pocos eventos que aguantó durante los años de pandemia, aunque en una versión reducida. «Creímos que era un acto político continuar con el festival en un momento en que había mucho miedo al contacto humano, pero nosotros pensamos que el arte era una bocanada de aire fresco», relata Santanach. La organización confía en seguir manteniendo las «alianzas» y el apoyo de los ayuntamientos para seguir creciendo en el futuro.