Si el verano pasado el paraíso se instaló en el Espai Sant Josep de Ciutadella, ahora es el turno del infierno. Y ello es de nuevo gracias a Anna Rierola y su reinterpretación de una obra tan icónica como «El Jardín de las Delicias» de El Bosco. La artista regresa a la sala de exposiciones con su innovadora propuesta: realizar creaciones que toman como materia prima centenares de imágenes científicas del campo de la biomedicina.
Cabe recordar que «L’Eden» fue en 2023 un auténtico éxito de público, con cerca de 20.000 visitantes, una cifra que este año será difícil de igualar dado que la muestra, que cuenta con el soporte de Fundació Baleària, no coincide con la temporada alta. Sin embargo, para Rierola «supone cerrar un ciclo, primero la vida y después la muerte». El montaje que se podrá visitar hasta el 3 de noviembre.
Cambia la temática pero se mantiene la técnica y el formato. Una única obra, de grandes dimensiones (6 por 6 metros), que se proyecta a través de un método conocido como caja de luz, con una superficie de látex sobre la que conviven las diferentes imágenes que se proyectan gracias a una retroiluminación LED. Lo que sí cambia es la ambientación sonora: si en el paraíso se podía escuchar una agradable sinfonía para ambientar «la vida en expansión», en el infierno Rierola se ha decantado por una cacofonía, «algo más desagradable que produce una sensación de inquietud y angustia».
Así, «L’Infern» se muestra ahora como un retablo contemporáneo que combina arte y ciencia a través de unas imágenes captadas mediante un microscopio y que muestran diversos estados vitales de desequilibrio como consecuencia de la enfermedad. Si en «L’Edèn» todo era armonía, en esta nueva entrega aparece «la desintegración y la fragmentación de un sistema integrado», explica la artista. «Cuando se corta la cooperación, entonces el patrón de vida se destruye, y eso hace que la enfermedad y la muerte aparezcan», añade.
Y es a través de ese planteamiento como Rierola establece paralelismos para trasladar los conceptos de organismo y ecosistema a la sociedad. «El infierno que represento es como el de El Bosco, el de la consecuencia de haber pecado, del exceso», apunta la creadora, que pone como ejemplo a «una sociedad que se excede, que va al extremo del consumismo y que no mira por la sostenibilidad... Al final entra en crisis, se quiebra y se destruye todo».
Confiesa la artista catalana, muy vinculada a la Isla, que la imagen científica, que es siempre su punto de partida, es lo que le conecta «con la maravilla de la complejidad y la belleza del mundo». Materia prima que utiliza para explicar historias de «interconexión e interdependencia» y que ahora le lleva a trabajar en un nuevo proyecto tomando como referencia las imágenes satelitales de los océanos.