Durante los dos últimos años, el artista Jorge Diezma (Madrid, 1973) ha profundizado en el bodegón marinero con la creación de paisajes habitados por figuras liminales, es decir, aquellas que no pueden clasificarse en una sola categoría de existencia.
El resultado de esta investigación pictórica puede contemplarse en el Hotel Cristine Bedfor, en Maó, que acoge una exposición con obras sobre lienzo y terciopelo negro en las que los protagonistas son peces y objetos vinculados al entorno marino. Se trata de una propuesta promovida por la Fundación Calparsoro, que se dedica a la promoción del arte contemporáneo y de la que Diezma forma parte como artista de la colección.
Las naturalezas muertas de Diezma se caracterizan por el claroscuro que adquiere una fuerza como una herramienta expresiva para modelar la forma y la materia, así como para interrogar el tiempo y la mirada. En este sentido, cabe señalar que últimamente el artista ha desarrollado una técnica sobre terciopelo negro que intensifica el dramatismo visual de sus composiciones. Con ello, el artista puede trabajar más fácilmente con grandes formatos sin que ello suponga perder ni lo más mínimo de la densidad lumínica y material que define su estilo pictórico
El espectador podría pensar erróneamente que la exposición consiste en un simple homenaje a la tradición del bodegón marinero. En cambio, «el espíritu del artista convierte estas obras en una reflexión crítica sobre los procesos de transmisión, vulgarización y reapropiación del lenguaje pictórico a lo largo del tiempo», afirma la organización.
Diezma propone una pintura que dialoga con momentos de transición o aparente decadencia en la historia del arte: aquellos en los que los logros estéticos son reapropiados desde una sensibilidad más popular y modesta. En este sentido, su obra traza un paralelismo entre aquel pasado y el presente, cuestionando la idea de declive como pérdida y reivindicando la vigencia del lenguaje pictórico en tiempos de crisis. Así, el bodegón se transforma en un espacio expandido de resistencia estética y discursiva.
A lo largo de su trayectoria, Diezma ha transitado por diversos registros -del retrato animal al paisaje psicofauvista, del realismo barroco a la abstracción-, y encuentra en el bodegón un terreno fértil para ensayar nuevas formas de mirar.
Relevancia
La exposición de bodegones marinos de Diezma adquiere una especial relevancia en Menorca, isla en la que el mar no es solo un paisaje natural, sino también cultural y emocional. «Por tanto, el proyecto se entrelaza con el territorio que lo acoge: el Mediterráneo como límite y memoria, como espacio de abundancia y explotación», señalan desde la organización.