El ciclo «Palestina animada» ya está en marcha. La iniciativa acogió este jueves en los Cinemes Moix Negre de Ciutadella la primera sesión de un programa que, hasta el 8 de octubre, recalará en diferentes puntos de la Isla con una veintena de títulos. La inauguración contó con la participación de una de las cineastas que forma parte del proyecto, Samira Badran, considerada una voz pionera del arte contemporáneo palestino.
¿Cómo surge la plataforma ‘Palestina Animada’?
—Como una manera de unirnos los artistas palestinos que hacemos animación para apoyarnos y explicar historias a través del arte. Nace frente a la brutalidad del genocidio que está ocurriendo en Gaza y la situación muy peligrosa en los territorios ocupados de Palestina. Queremos explicar historias sobre Palestina, sobre su identidad, sobre la situación que se vive bajo la ocupación colonial israelí. Es el motor que ha hecho que nos hayamos reunido todos.
¿Cómo está siendo la experiencia del contacto con el público?
—Estamos teniendo una acogida muy interesante. La gente quiere entender, discutir y profundizar. Ese es también el objetivo, que el público reflexione después de ver estas películas. Frente a esa deshumanización del palestino, como si nos hubieran convertido en números, aquí estamos contando historias, realidades.
¿Considera que el arte puede ser una herramienta de resistencia frente a la ocupación?
—Para parar una guerra hacen falta otros códigos. Pero el arte funciona como una manera de reflexionar, de pensar, de hacer presión, de hablar; hay que hablar de Palestina, es una realidad, es un crimen contra la humanidad lo que está pasando en Gaza, es una historia que afecta a todos, no solo a los palestinos. Esta es una situación tan grave, tan brutal, tan terrorífica, tan macabra, que no podemos mirar con silencio y no hacer nada. Pienso que la cultura puede producir cambios en la gente, pero claro, estamos hablando de la guerra. Y ahí son los poderes de los gobiernos europeos los que tienen que presionar. Estados Unidos, también, aunque ellos apoyan a Israel al 1000 por cien. Pero hay fuerzas mayores que tienen que activar esa presión sobre Israel. El cambio tiene que venir de fuera; en nuestro caso, cada uno hace lo que puede con los medios que tiene.
En los últimos días, el número de países que reconoce Palestina como estado sigue en aumento.
—Pero lo más importante ahora es parar este macabro genocidio que está ocurriendo. O sea, estamos hablando de que hay gente en Gaza que está siendo asesinada, muriendo de hambre, no tienen recursos, no saben a dónde ir. Es una situación tan grave, tan terrorífica que tenemos que parar esto. Reconocer Palestina, sí, pero también reconocer los territorios ocupados que están llenos de asentamientos. Palestina es Palestina entera, la del 48. Pero ahora lo importante es hacer lo que toca: Tomar acción para parar este genocidio y después solucionar lo que venga.
¿Por qué cree que a muchos les cuesta tanto reconocer que estamos ante un genocidio?
—Es increíble… Porque en muchos medios de comunicación a veces tampoco hablan de la ocupación colonial israelí en profundidad cuando es algo tan evidente. Te preguntas cómo es posible que no se reconozca que esto es un genocidio si es algo que tienes delante. Después de dos años y más de 200.000 asesinados, porque ellos hablan de 65.000, pero qué pasa con toda la gente que está bajo los escombros. Muchos estudios dicen que serán mucho más de 200.000. Después hay más de 100.000 heridos y mucha gente mutilada. Es una situación tan evidente que me pone los pelos de punta pensar cómo todavía hay gente que duda que es un genocidio. Tenemos que parar esto.
¿Cómo se vive la situación desde la distancia?
—Es decepcionante. Ves que la gente está muy indignada, muy enfadada y que quieren cambiar. Pero los gobiernos están en otro planeta, es algo que no se puede entender, realmente. ¿Cómo es posible que los gobiernos con poder no hagan algo con Israel? Hay que cortar relaciones, el comercio de armas... Esas son acciones importantes. También un boicot a sus productos a nivel académico, cultural, deportivo, todo. Hay que aislar a Israel para hacer presión para que cambie esa política supremacista. El sionismo es una ideología muy peligrosa realmente, es racista y colonial.
¿Qué opina del silencio?
—El silencio es cómplice. No puedes mirar a otro lado ante algo que está pasando delante de tus ojos, además, televisado en directo. Lo ves cada día. Lo puedes ver en internet, lo puedes ver en tu móvil. Puedes ver a cada momento lo que está pasando. Y ahora no puedes decir que no sabes lo que pasa.
Y en ‘Memoria de la tierra’, su cortometraje, el checkpoint (punto de control militar) se convierte en el protagonista de la historia. ¿Cómo entiende ese símbolo?
—El trabajo tiene tres enfoques, que son las geografías del territorio fragmentado, del cuerpo y la de la memoria. He cogido el checkpoint como eje principal del trabajo, porque considero que es donde se puede sentir la ocupación en la vida cotidiana palestina. El checkpoint deshumaniza, humilla, la gente puede ser detenida, torturada, controlada, interrogada. Controla tu vida, tu espacio, tu tiempo y tu futuro, porque, para visitar a los familiares, para ir a servicios médicos, para estudiar o para trabajar, tienes que pasar por un checkpoint con un permiso. Ahora mismo, en Palestina, en territorios ocupados, hay 800 checkpoints, algunos fijos y otros improvisados. Es un territorio que está lleno de control, quieren cortar la libertad de movimiento. Por eso, el movimiento en Palestina es un símbolo de libertad.
¿Qué mensaje espera que se lleven los espectadores después de las obras de ‘Palestina Animada’?
—Siempre digo que el arte es para hacer reflexionar, para hacer cambiar y que la gente se interese por este problema y comience a entender qué está pasando. El objetivo es poder ayudar entre todos a liberar Palestina, a hacer presión para liberarnos de esta ocupación, que es muy agresiva, que comenzó en 1948 y continúa hasta ahora con la extrema violencia que está ocurriendo con el genocidio de Gaza, donde los colonos atacan cada día los pueblos, queman los campos, roban, entran en las casas... Se sienten más fuertes que nunca, protegidos por el ejército para hacer realmente lo que quieren y que la vida palestina cada día se convierta en algo imposible. Queremos luchar para que esto no pase.
La situación no pinta bien, pero supongo que hay que ser optimistas.
—Siempre tenemos que ser optimistas, porque la justicia tiene que hacer su trabajo, la verdad debe dominar. La verdad es que Palestina es nuestra tierra y tenemos que liberarla, queremos vivir en esta tierra y disfrutarla como todos los pueblos del mundo disfrutan la suya. Yo me siento aquí en Menorca muy cerca, porque veo todos esos muros de piedra, todos esos olivos... La Isla es un sitio muy mágico también, con gente muy apegada a la tierra y muy generosa.
Hipócritas partidistas Podéis empezar por estos: 500.000 muertos en Siria: Silencio 377.000 muertos en Yemen: Silencio 5.400.000 muertes en Congo: Silencio 236.000 muertos en Afganistán: Silencio 500.000 muertos en Sudán: Silencio 300.000 muertos en Irak: Silencio 17.000 muertos en Gaza: Furia máxima.