El hombre de los deportes de Més aspira a convertirse en el segundo líder menorquinista, tras Maite Salord, en presidir el Consell insular. Licenciado en Actividad Física, Josep Juaneda Mercadal (1981) afronta en estas elecciones el mayor reto desde que, hace ya 11 años, entró en política. Su paso por el Ayuntamiento de Ciutadella (2012-2019) le abrió las puertas del Consell donde, primero como director insular y luego como conseller de Medio Ambiente y Reserva de la Biosfera, ha conocido desde dentro los vericuetos de la convivencia diaria entre las tres fuerzas progresistas de Menorca. Condenadas a entenderse para reeditar, por tercera vez consecutiva, un pacto que rompa la tradicional alternancia en el Consell.
¿Qué balance hace del pacto con el PSOE y Unidas Podemos? ¿Suficientemente positivo para repetir?
-Sí, sobre todo por la dedicación y el compromiso personal que todos los miembros del gobierno insular hemos demostrado en un mandato marcado por la pandemia. Además, hemos sacado adelante proyectos importantes. Pero, por supuesto, cabrá revisar algunas cosas y hacer autocrítica. Nosotros, los primeros.
¿En qué aspecto?
-En el transporte público. Hay mucho por mejorar.
Y eso que cambiaron la consellera mediado el mandato…
-Sí, pero no se trata solo de un cambio de personas. Es un reto demasiado importante para Menorca.
Maite Salord llegó a presidir el Consell. ¿Se ve usted también de presidente?
-Sí, claro. Aspiramos a liderar el Consell, a ser la fuerza progresista mayoritaria.
Ha dicho que su línea roja en la negociación de un pacto será la mejora de la financiación. ¿Cuántos millones hacen falta y a qué hay que destinarlos?
-A la mejora de los servicios públicos, en sanidad y educación, y al impulso de sectores estratégicos, como el primario y las nuevas tecnologías. Es imprescindible diversificar la economía, atender la diversidad y la salud mental, liderar la transición energética y mejorar el transporte público y la gestión del agua, cuyas competencias vamos a asumir.
Pregonan el decrecimiento turístico. ¿Pero cómo se puede generar más riqueza haciendo que vengan menos turistas?
-La clave está en no depender del monocultivo turístico. Menorca es una isla limitada en recursos, en la que urge hacer compatible la actividad humana con la preservación del territorio. Por eso vemos imprescindible promover una bolsa de plazas turísticas, para que cada nueva cama que se quiera crear comporte antes la eliminación de dos plazas obsoletas. Hay que dimensionar el turismo a la realidad de Menorca. De ahí la necesidad de limitar la entrada de vehículos y el número de amarres y embarcaciones en el litoral. El turismo no puede ser el único pilar de la economía.
En los últimos meses ha tenido que bregar con una polémica sobre irregularidades en la gestión de los residuos animales. ¿Qué ha sacado en limpio de todo ello?
-Que la auditoría que encargamos es muy clara. En los cuatro años del último mandato no ha habido una sola negligencia en el departamento. Un hecho puntual, por la avería que hubo en el horno incinerador en 2018, no puede manchar nuestra gestión.
¿Qué le falta a Menorca para ser verdaderamente sostenible?
-Mejorar la gestión de los residuos para que, en lugar de incinerarse, se valoricen con una planta de biogás. Y mejorar también la recogida selectiva en origen, puerta a puerta, para que pasemos de reciclar el 20 por ciento, como ahora, hasta el 60 o 70 por ciento.
¿Y el objetivo que el 85% de la energía sea limpia en 2030?
-Vamos por el camino de lograrlo. Terminaremos el año con más de 100 Mw de potencia y siendo pioneros en autoconsumo energético. Eso sí, aún falta mejorar en movilidad eléctrica, aprovechar la masa forestal y lograr que toda la energía se genere en la Isla. Y para ello cabe interconectar la red, una prueba piloto para la que ya hemos pedido permiso al Ministerio.
¿Qué traerá de bueno la Ley de la Reserva de la Biosfera?
-Nos da el marco normativo para garantizar el equilibrio y el modelo por el que Menorca apuesta desde hace años. La ley marca el camino a seguir para superar la emergencia climática y permitir que se fortalezca la economía de forma sostenible.
¿Y el nuevo PTI que van a aprobar a cinco días de las elecciones?
-Pues, por ejemplo, una nueva planificación de la implantación de energías renovables y una más efectiva protección del suelo rústico. ¿Que llega tarde? Lo asumimos y aprobamos por responsabilidad. Han pasado 20 años desde el primer Pla Territorial y Menorca lo necesita.
Otro tema controvertido de anteriores mandatos fue el proyecto de la carretera general que, al final, se habrá reformado con el derribo de solo uno de los puentes que el PP dejó a medio hacer, el de Rafal Rubí. ¿Había para tanto?
-Sí, porque la solución final supone una mejora en la preservación del territorio y del patrimonio. Y no lo dice solo el Consell, sino también Icomos, que pide el derribo de este puente para que la Menorca Talayótica sea declarada Patrimonio Mundial. Si la controversia del tramo Maó-Alaior no se ha resuelto antes, ha sido por la enorme complejidad del proyecto que heredamos. Nuestro modelo de carretera es la del tramo entre Ciutadella y Ferreries y es por el que vamos a apostar.
Proponen crear un obrador para la transformación agroalimentaria de los productos del campo. ¿Eso basta para que haya más queso y sobrasada de aquí en los supermercados?
-La industria agroalimentaria es fundamental para la diversificación económica. El obrador se nos antoja básico para conectar el sector primario y pesquero con el consumidor, y así dar salida al producto local.
¿Cómo piensan mejorar el acceso de los menorquines a la vivienda?
-Frenando el alquiler turístico ilegal, por ejemplo. No puede haber tantas viviendas dedicadas a la actividad turística y que, mientras, muchos menorquines no puedan alquilar un piso a precios asumibles. Por ello vamos a poner en marcha medidas para que, en la próxima década, cada año se habiliten 200 nuevas viviendas sociales.
La izquierda lleva ocho años gobernando. ¿Qué pasará si las urnas dictan un cambio?
-Pues que habrá una clara involución. Las propuestas que algunos partidos aún venden, de monocultivo turístico, más centralismo, más carreteras y más infraestructuras, están obsoletas. Nos sorprende que todavía las hagan, porque el mundo no va por aquí. No es el cambio que la sociedad demanda. Por eso, nuestro modelo de futuro pasa por más bici, más bus, más ir a pie, más economías de kilómetro cero y protección del medio ambiente y la cultura propia. Cuanto más cerca de la gente, mejor se gobierna.