Tras dos intentos fallidos de la presidenta insular del PP, Adolfo Vilafranca (Maó, 1978) toma el relevo como candidato al Consell de Menorca. Hijo del que fuera diputado popular en el Congreso Adolfo Vilafranca Bosch, el número uno de la lista fue director insular de Servicios Generales, Trabajo e Innovación en el gobierno presidido por Santiago Tadeo (2011-2015) y ha ejercido en los dos últimos mandatos como conseller de la oposición.
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, Vilafranca sigue en política «por tradición familiar y convicción, y para aportar a la sociedad». Dedica los ratos libres a su pareja y a sus dos hijos, y desconecta jugando al tenis en las instalaciones del CT Ciutadella.
El PP no gobierna el Consell desde hace ocho años. ¿Qué le hace pensar que ahora será diferente?
— Pues que, de la misma manera que la gente vio en 2015 que un cambio era necesario, con más motivo puede percibir esta necesidad ahora, tras dos mandatos en los que apenas se ha hecho nada: la carretera, el transporte público funciona sin contrato desde 2020, llevan el PTI la misma semana de las elecciones… El Consell se ha convertido en un búnker con escasa capacidad inversora y donde los trámites se eternizan. Sin atención presencial y una lista de espera de dependencia de más de 400 personas.
El sondeo de ‘Es Diari' les deja como partido más votado, pero sin opciones de gobernar. ¿Ve necesario llamar al voto útil para que Vox y Ciudadanos no les resten representatividad?
— Sí, es más necesario que nunca. Menorca demanda un cambio y el único voto útil para lograrlo es el nuestro. Votar a las demás opciones es regalar el gobierno a la izquierda.
El gobierno tripartito lleva el PTI a aprobación a contrarreloj…
— Un Plan Territorial que cambiaremos en caso de gobernar. Querer aprobarlo a la carrera revela el talante de la izquierda, que dice buscar el consenso y luego no acepta ni una sola de nuestras alegaciones. Pero no buscamos confrontación. Mantendremos las regulaciones buenas para Menorca y rectificaremos las que no, como prohibir el alquiler en rústico o mantener la baja edificabilidad, que no da solución al grave problema de la vivienda.
¿La izquierda del no? Los tres partidos en el gobierno quieren limitar la entrada de vehículos.
— Apostamos más por gestionar que por prohibir. Menorca es un territorio finito y no nos cerramos tampoco a regular la entrada de coches. Ahora bien, es una decisión que no tomaremos de forma populista ni en base a la percepción de agosto. Debe ser rigurosa y analizar la capacidad real de Menorca. Si hay menos coches deberá ser a cambio de poner más buses y taxis. Hay que definir las infraestructuras en base al techo de población.
Ya no hay agua para sustentar determinados aumentos de población y se anuncia una inminente transferencia de la gestión a los consells.
— Es lo que ya prometía Maite Salord en 2015 y en ocho años no se ha hecho. El Consell debe ayudar a los ayuntamientos a invertir para reducir las fugas de agua y reutilizar el agua de las depuradoras para el riego.
La izquierda discrepaba del modelo de la carretera general que proyectó el PP. Se pararon las obras, hubo movilizaciones y, al final, no se ha derribado nada. Ocho años después, ¿Cuál es su modelo?
— Nuestra idea es evitar los giros a la izquierda por seguridad y habilitar terceros carriles para dar más fluidez al tráfico. Pero… ¿Cuál es el modelo de la izquierda? ¿El de la variante de Ferreries? ¿Agujerear una montaña en una ANEI? Nuestras decisiones se basarán en criterios técnicos y paisajísticos, no políticos y electoralistas.
Primero habrá que renegociar el convenio de financiación con Madrid.
— El convenio ha expirado y se han perdido 22 millones de euros. La izquierda hace de trilero y dice que recuperará el dinero con el Régimen Especial (REB), pero una cosa no tiene por qué invalidar la otra. Sin tocar el REB, Marga Prohens se ha comprometido a recabar de nuevo la partida del Estado.
Sigue sin haber línea directa de bus entre Ciutadella y el aeropuerto.
— Así es. Han cambiado hasta tres veces de proyecto y han sido incapaces de sacar a concurso las concesiones con nuevas líneas y servicios como el jaleo bus. Y con ello impiden que las flotas se renueven.
¿Cómo se puede abaratar y poner más vivienda en el mercado?
— Primero quiero remarcar que la masificación y el aumento de la oferta turística son consecuencia de la ley que impulsó un conseller de Més, Biel Barceló. A partir de aquí, cabe combatir la oferta ilegal y, con un techo de plazas, actuar. ¿Cómo? El Consell debe comprar suelo y cederlo al Ibavi o a terceros, para construir promociones de iniciativa privada a precio tasado. Cuantas más viviendas haya, más bajará el precio. Y más aún si se permite reconvertir grandes bloques para multiplicar los pisos y adaptarlos a las necesidades actuales de las familias, con uno o dos hijos. Y también debe aprovecharse el PTI para regular las densidades, y ofrecer a los llocs una renta turística complementaria de la actividad agraria.
¿Cómo piensan reducir las listas de espera en dependencia?
— Con más personal y coordinación para que se agilicen las evaluaciones. También implantaremos la atención domiciliaria para atender a quienes no quieren salir de casa. Ahora se hace una prueba piloto y la mantendremos. Es mejor invertir en la atención a las personas que en construir edificios.
Comprometen nuevos centros de salud en Ciutadella y Alaior.
— Y que son bien necesarios. Además, Menorca carece de alergólogo y la lista de espera para poder operarse es tercermundista. Y eso es consecuencia de las trabas que ponen para reforzar el sistema sanitario, como la exigencia del catalán para ejercer, que no se compense con suficientes pluses de residencia a los profesionales de fuera, que la vivienda esté tan cara… Por no hablar del cribado para detección precoz del cáncer de colon, que ya no pudo ponerse en marcha el año pasado en Menorca. ¡Cuánta gente con cáncer no ha podido ser atendida a tiempo por ello!
¿El catalán debe dejar de ser un requisito para ejercer en sanidad?
— Sí, me parece un sinsentido que se pida como un requisito. Es algo que no acierto a entender, y más ahora que se constata tanta falta de profesionales.
¿Qué pasará si el electorado apuesta por la continuidad en el Consell?
— Los menorquines sabrán a quién votar tras ocho años estériles. Es necesario abrir las ventanas y renovar el aire, que ya está bastante viciado.