La costumbre se hizo luz y los vecinos de Alcalfar volvieron a iluminar la ribera de la cala la noche del sábado, uno de los actos que más participación congrega. Después de las negociaciones mantenidas a los largo de la semana con responsables de Medio Ambiente del Govern, 400 latas de estopa y gasoil ardieron durante 30 minutos y dibujaron la silueta de este bello tramo de ribera. La escena constituye el elemento de las fiestas de Alcalfar y este año ha estado en riesgo de desaparecer.
«Han sido la mitad de las antorchas respecto a las que encendíamos antes, llegábamos hasta a torre, era lo pactado, pero igualmente ha sido muy bonito», señaló ayer la presidenta de la Asociación de Vecinos, Mari Mercadal, quien espera que pueda mantenerse esta tradición en las próximas ediciones de la fiesta, aunque tengan que asumir restricciones por razones de seguridad como ha ocurrido este año. Para ello, «trabajaremos en colaboración con las instituciones y voluntad de acuerdo».
No hubo tampoco hoguera, las condiciones de viento lo desaconsejaron, pero se compensó con música. Mientras se encendían las antorchas, la música de dos violonchelos acompañó el silencio de la noche y completó una estampa preciosa.
Además de las antorchas, que preparan y encienden los jóvenes, el cielo también se iluminó con un castillo de fuegos artificiales, que agregó belleza y colorido a este rincón de la costa sur menorquina.
La noche de fuego y color atrajo a numerosos vecinos de Sant Lluís, que aprovecharon el servicio de transporte público organizado por el Ayuntamiento -frecuencias de 30 minutos y billetes a un euro- para conocer y disfrutar de las fiestas de Alcalfar.
El resto del programa preparado para el fin de semana se ha desarrollado con normalidad y notable participación en los actos, que en buena parte están dirigidos a la población infantil de la cala.