Marian Aguilar Roselló (Valencia, 1969) es hermana de la Comunidad religiosa Nostra Senyora de la Consolació de Ciutadella y como maestra conoce y trabaja de cerca con los jóvenes. Pertenece a la Congregación desde 1990 y hace poco más de un año que llegó a la Isla para dedicarse a la pastoral educativa del colegio. Actualmente da clases de Religión en segundo ciclo de ESO, imparte la optativa de Taller de Teatro en tercero de ESO, curso del que también es tutora, y da apoyo logopédico a alumnos de Primaria. Es delegada de Pastoral del centro, lo que la convierte en la persona responsable de todas las actividades que se realizan en el colegio relacionadas con la Evangelización. Esta labor incluye la vida de oración, actividades relacionadas con las celebraciones sacramentales, con los tiempos litúrgicos, convivencias, tutorías, campañas de la Iglesia "y todo aquello que pueda ayudar al alumno y al profesorado a acercarse al Misterio de Dios".
El Secretariado de Pastoral Vocacional y el Secretariado de Juventud han preparado para este domingo, día 21, una oración con motivo del Día del Seminario a la que están especialmente convocados los jóvenes para orar y reflexionar sobre la invitación que "nos hace Jesús de Nazaret a todos, bien sea a una vida de matrimonio cristiana, o a una vida de entrega y de servicio a la Comunidad a través del Sacerdocio, o a una Vida Religiosa". Marian Aguilar es testimonio de la Vida Religiosa activa.
¿Cómo se inició en usted el deseo de este tipo de vocación?
Fui al Colegio de la Consolación, donde me eduqué, en un pueblo de la provincia de Castelló (Burriana), y desde niña admiré mucho el trabajo de las religiosas que formaban la Comunidad. Me llamaba la atención lo que hacían, cómo actuaban... para mí era como un interrogante muy grande. Fui creciendo sin plantearme nada, hasta que una misionera pasó por el colegio, nos dio su testimonio y a partir de sus palabras empecé a plantearme qué debía hacer yo con mi vida, y hacia dónde la quería orientar.
¿Cómo encontró respuesta a este interrogante?
Comencé a formar parte de grupos de formación cristiana que tenían lugar en el colegio, denominados COM (Consolación para el Mundo), y allí empecé a conocer la figura de Jesús de Nazaret: su forma de acercarse a los demás y su forma de estar entre la gente de su tiempo, como consuelo del hombre. Entonces terminé los años del colegio y viví otras experiencias asociadas a la vida del instituto; las amistades e inquietudes propias de los jóvenes. Pero en mi interior siempre estaba aquella pregunta a la que yo aún no había dado respuesta y que no se agotaba con ayudar a los demás. Necesitaba algo más. Hasta que después de un proceso largo de diálogo con una religiosa y un acercamiento a la Biblia, fui descubriendo que me sentía vocacionada o llamada a una vida para los demás, como Jesús de Nazaret, sin limitar mi amor.
¿Cuál es su compromiso en la Isla como hermana de la Consolación?
Mi compromiso está como educadora, en las tareas educativas en el colegio y como animadora de todo el engranaje evangelizador que intentamos mantener como centro religioso concertado. Toda esta actividad vivida con el estilo de toda hermana de la Consolación: cercanas, acogedoras, alegres y entregadas.
¿Cuáles son sus grandes apoyos para vivir este compromiso?
El apoyo fundamental es Dios. En mis tiempos de oración diarios, el contacto con su mensaje me ayuda a reforzar mi primer deseo de entrega y me hace experimentar que él me ama infinitamente a pesar de mis debilidades como persona. Para mí también es muy importante la vida en Comunidad. Somos cinco hermanas que compartimos la misma llamada y nos ayudamos a vivirla dignamente. Y los jóvenes, a los que me estoy dedicando día a día con muchas actividades. De ellos aprendo continuamente, mi relación con ellos me recuerda a quién y por quién he entegrado mi vida. Además de todo lo que recibo de la Diócesis de Menorca, de su vida, de su gente. Me siento muy acogida en la Isla.
¿Cómo trabaja con los jóvenes? ¿Cómo consigue motivarlos para seguir a Jesús?
Todos sabemos la situación que viven los jóvenes por su edad. La mayoría se sienten lejanos a la Iglesia. Están cumpliendo con unas etapas de formación pero fácilmente dejan el compromiso, sobre todo después de recibir la Confirmación. Yo apuesto por ellos a pesar de su relativismo y de sus formas de cuestionar a la Iglesia. Tienden con facilidad a generalizar y pienso que ante esto hay que ayudarles a reflexionar. Y dedico parte de mi tiempo a escucharles, situándome a su nivel, y desde ahí a reflexionar juntos hacia la Verdad.
¿Qué propone para mejorar el ambiente cristiano de nuestro entorno?
Sería interesante potenciar una pastoral catequética inicial para preparar a los niños, una pastoral universitaria organizada y una pastoral para los nuevos matrimonios, pues para muchos de éstos se limita a cursillos prematrimoniales y a rellenar expediente.
¿Cómo puede un joven saber que Dios le está llamando?
Seguramente, la primera atracción que puede sentir un joven es que ayudando a los demás se siente feliz y alegre. Es bueno que todos se hagan la pregunta "¿qué puedo hacer yo por Jesús que hizo tanto por nosotros?" Que se atreva a apoyarse en alguna persona que haya experimentado la llamada de Dios; y también le diría que tuviera como lectura frecuente los Evangelios, donde está el estilo de vida de Jesús. Se puede ir descubriendo esta llamada si se vive la vida haciendo una lectura de lo que uno siente, de lo que le pasa, de los interrogantes y de las inquietudes que le surgen a raíz del contacto con el mensaje de Jesús.
¿Cómo ve el futuro de las vocaciones?
En los ambientes eclesiales asusta un poco el número de la respuestas de los jóvenes a las formas de Sacerdocio y Vida Religiosa. Yo siempre me he posicionado esperanzada porque pienso que los tiempos de crisis en la vida, a todos los niveles, son tiempos de oportunidades. En referencia a la Iglesia, las oportunidades son presentar el mensaje de Jesús con más fuerza, audacia, con más alegría y con más interés. Creo firmemente que igual que Dios ha llamado y llama hoy a jóvenes, seguirá llamando a otros muchos para ser consolación en el mundo.
¿Qué mensaje le daría a los jóvenes?
Que no tengan miedo a comprometerse, que no hagan caso de las voces que quieren difuminar el espíritu cristiano, que sean valientes en sus pandillas y no se avergüencen de sus compromisos cristianos. Y sobre todo que, ante aquello que no entienden de la Iglesia, sean críticos pero siempre ayudándose de personas y educadores de la fe. Para mí, que el joven pregunte y pida ayuda cuando las cosas no las entiende es fundamental.