A este hombre que con la misma naturalidad que habla del judo y la vela que practicaba de joven, sustituidos ahora por la bicicleta, cita a Marañón para explicar su vocación médica o a Aristóteles para reflexionar sobre la felicidad, le viene como anillo al dedo la máxima de Juvenal "mens sana in corpore sano". Manuel Sánchez-Rodrigo Rivero (Barcelona, 1964) llegó a la medicina por vocación familiar y a la ginecología por la filosofía de la Clínica Dexeus, donde realizó sus prácticas ,"un centro muy serio y responsable, con alta calidad en todos los aspectos", apunta.
La distancia que impone el doctor Sánchez-Rodrigo desde su metro noventa y su trato sobrio se acorta cuando te abraza la calidez de la humanidad que impregna todo lo que dice sobre las cosas importantes de la vida, muchas de las cuales son tributarias de la experiencia que atesora tras casi dos décadas de profesión desde su clínica, fiel reflejo del centro en el que se formó y de su inteligencia, su sensibilidad y su talante amable y respetuoso.
La reciente modificación de la Ley del Aborto o la polémica que suele acompañar las campañas de la Conferencia Episcopal ponen de manifiesto que no hay término medio cuando se habla del derecho a la vida.
Esto es un problema de tipo ético, además de médico. La medicina no es una ciencia exacta, no existen verdades absolutas. Pienso que cada paciente es un problema diferente y aunque yo esté absolutamente en contra del aborto, y más como está en la ley actual, hay que estudiar paciente por paciente porque no todas las indicaciones de aborto son iguales. Una cosa es la Iglesia, otra es la política, pero por encima de las dos está la ética, que se resumiría en compórtate con los demás como tú quisieras que se comportasen contigo. Ésta es una máxima que si todo el mundo la aplicase provocaría una disminución notable del número de abortos.
Se ha referido a la ley actual, ¿los médicos se sienten escuchados cuando se legisla en el ámbito médico?
Para nada, aquí cuando se crean las comisiones científicas normalmente se hace una selección previa en función de lo que el gobierno quiere, de lo que resulta algo tendencioso. Y esta ley para nada refleja la opinión médica.
¿Por qué lo cree así?
Porque el médico siempre está a favor de la vida, siempre. Pasa en términos de embarazo o de eutanasia, siempre hay que diferenciar los casos, pero el médico está siempre a favor de la vida y los ginecólogos a favor del embrión, también los pediatras. Me llama la atención que cuando se debate sobre el aborto, siempre se considera la libertad de la madre para decidir y no se tiene en cuenta el embrión, que es un ser indefenso y sin posibilidad de opinar. No creo que haya una mayoría de médicos ni muchísimo menos que apoyen esta ley.
Pues se ha vendido que es una ley ampliamente demandada y aceptada.
Tampoco creo que la sociedad demande esta ley, no creo que esta ley se haya sacado como consecuencia de un gran acuerdo social. Otra cosa es que las fuerzas parlamentarias se hayan puesto de acuerdo y hayan podido sacar esta ley adelante, pero si se hiciese un referéndum a nivel de sociedad, no creo que saliese adelante.
¿Por qué no lo cree?
En primer lugar porque no piensa igual una chica de 18 años que una persona de 60, y esta ley está pensada básicamente para gente joven, y luego porque tengo la ilusión de pensar que la gente es más madura, tiene conocimientos más profundos que el gobierno que lo representa.
¿Cree que no refleja la opinión médica porque no da muchas alternativas sino que es muy proclive al aborto?
Es absolutamente proclive al aborto. La ley abre todas las puertas para que el aborto sea prácticamente un método anticonceptivo. La chica que no ha tenido ningún tipo de precaución en unas relaciones sexuales mantenidas sin responsabilidad sabe que siempre tiene la oportunidad de abortar, que tiene el recurso. Esto es un poquito lo que se está planteando porque he oído hablar muy poco del apoyo a la mujer embarazada que no quiere abortar y mucho de que la mujer que se queda embarazada puede abortar hasta las catorce semanas sin ningún tipo de justificación médica.
¿Esto conducirá a que aumente el número de abortos en una misma mujer?
Seguramente sí.
¿Por las facilidades, por el trasfondo ético y moral a la hora de plantearse esta opción o por una combinación de ambos factores?
Yo creo que en el momento que pones facilidades, que creas la oferta, creas la demanda, en el momento en que tú pones la facilidad de que una niña a partir de 16 años aborte, automáticamente hay un aumento de casos de aborto. Y, además, la misma publicidad sobre la ley del aborto hace que la gente joven menosprecie este acto, ante cualquier problema sabemos que tenemos el aborto. No creo que esta ley disminuya el número de abortos, ni mucho menos, y vaya por delante que, tras 18 años de ejercicio profesional, no he conocido a ninguna paciente que se haya arrepentido de ser madre y sí he visto arrepentidas de haber abortado.
¿Subyace en la ley una concepción del aborto como algo que no es peligroso?
Sí, cuando el aborto es una intervención invasiva, que se practica siempre con anestesia y en quirófano, realizada por gente experta pero, a pesar de esto, en medicina siempre hay complicaciones. Lo primero que me he planteado es que una hija mía de 16 años se quede embarazada, vaya a abortar, tenga un problema de coagulación, le quiten el útero porque no deje de sangrar, se complique más y se muera, y que yo me tenga que enterar en el hospital, estando al margen de la situación porque hay una ley que permite que los padres no sepan que su hija va a abortar. Esto me parece un escándalo y pasará, es cuestión de estadística.
Hace referencia a uno de los puntos más controvertidos de la ley.
Yo por ejemplo, a mis hijos de 16 años tengo que hacerles una autorización para que salgan del colegio en autobús, pero una hija mía puede abortar sin mi consentimiento. Es un contrasentido.
Contrasentidos aparte, se ha referido a la falta de ayudas para quien desea seguir adelante con su embarazo.
Hoy en día se dan ayudas para casi todo y, probablemente, si el Gobierno subvencionara de alguna manera a chicas jóvenes que se quedan embarazadas sin tener estabilidad laboral habría menos abortos. Pero creo que hay que ir más allá, hay que convencer a la sociedad, a la pareja, a los padres, a las amigas, de que ayudar a esta chica a sacar su embarazo adelante es un bien para la propia sociedad y es aquí en lo que yo incidiría. Parece que nuestros gobernantes nos empujan hacia el aborto en vez de hacia la vida. Éste es el mensaje que están lanzando los medios de comunicación, que creo que son uno de los grandes cánceres de la sociedad, por su capacidad de manipulación.
El cambio al que se refiere no se consigue de un año para otro.
Claro que no. La sociedad cambia en 20 o 30 años, el cambio pasa por enseñar a nuestros hijos, en casa y en el colegio y, a partir de aquí, empezar a construir. Hay tres puntales, justicia, magisterio y sanidad que deberían ir de la mano. Es muy importante la labor del profesor, que aquí en España no está considerada, si nos comparamos por ejemplo con Finlandia e Israel, países que hace 30 años invirtieron en enseñanza y educación y que son países punteros en el mundo en este aspecto. Esto es algo sobre lo que deberían reflexionar nuestros gobernantes y, en lugar de cambiar las leyes educativas, cada vez que el gobierno cambia de color, deberían crear una ley educativa a largo plazo, a 30 años vista y procurar educar a nuestros hijos según unos valores que se han perdido.
¿Cómo por ejemplo?
El valor del trabajo, de la voluntad, del esfuerzo, de la renuncia, de la generosidad y el amor, el amor hacia todo, hacia el prójimo, la pareja, los padres, los hijos, los animales, las plantas. Trabajando todo esto mejoraría la sociedad.
¿Y seríamos más felices?
La felicidad, según decía Aristóteles, es un balance de toda la vida. En el momento en que la vida se cierra se puede valorar si una persona ha sido feliz o no, la felicidad de un día, un mes o un año es siempre equívoca. La felicidad es la suma de toda una vida y cambiando los valores, viviríamos mejor, estoy completamente seguro aunque esto está completamente en contra de los valores actuales, de la sociedad actual. Realmente los psiquiatras proponen que el trípode de la felicidad sería la formación humana, el amor y el trabajo, un trabajo que no te esclavice, y deja completamente de lado el poder, el dinero, la fama.
Pues los psiquiatras son voces autorizadas en la sociedad actual.
Yo creo que las que más. Nunca en toda la historia de la humanidad había habido tanta depresión y tanta depresión reactiva a problemas que nosotros mismos nos buscamos.
O sea que hay mucho por hacer...
Hay que tener fe en las posibilidades del ser humano, a pesar de sus errores, que los tiene, los aciertos son mayores y así la sociedad es cada vez mejor. Aunque a lo largo del camino se hayan tomado decisiones equivocadas, lo importante es saber cuáles son los valores que deberán permanecer inalterables a lo largo del tiempo.