Autoficha
Me llamo Toñi Silvar Fernández y tengo 42 años. Nací en La Coruña pero vivo en Maó desde hace 14 años. Estoy casada y tengo un gato llamado Salem. Trabajo como técnico en curas de enfermería en el 'Mateu Orfila'. También soy maestra reiki karuna, que es un nivel más avanzado. Esa es una de las cosas que hago en mi tiempo libre, además de leer, meditar, ir a la playa y cuidar de mis plantas.
¿Vino a Menorca por motivos de trabajo?
Sí, yo llegué a la Isla con contrato de trabajo. De Menorca sólo conocía el Queso Mahón, que es muy famoso en La Coruña, pero yo no había estado nunca. Me gustó porque se parece a mi pueblo, Mugardos, también es muy tranquilo.
¿En qué consiste su trabajo?
Estoy en el Servicio de Esterilización del Hospital Mateu Orfila. Anteriormente, estuve 10 años en el quirófano de la Policlínica Virgen de Gracia. Me encanta mi trabajo y creo que es totalmente vocacional. Te tiene que gustar hacerlo porque es bastante estresante y requiere de una gran responsabilidad. Hay que estar a gusto para poder trabajar bien, si no, se convierte en una obligación.
¿Cómo se adentró en el mundo del reiki?
Una amiga me presentó hace un año a mi maestra. Me pareció tan interesante que actualmente poseo desde el nivel 1 al de maestría. Es algo que hay que entender y en lo que hay que creer. Opino que todos deberíamos experimentar una sesión de reiki al menos una vez en la vida. Es una terapia alternativa que sirve para aliviar problemas tanto a nivel físico como emocional.
¿Qué se hace en esas sesiones?
Primero hablas con la persona para ver qué le pasa cómo se siente y cuál es el problema. El reiki es energía por lo que se trabaja con ella. La persona se tumba y mediante movimientos con las manos, se trabajan ciertos puntos donde se acumula la tensión. Todos podemos hacer reiki pero no todos podemos hacer el mismo tipo de reiki. Hay quien llora durante una sesión, se desahoga, hay quien se siente muy bien... depende de cada uno.
¿Le gustaría volver a vivir en Galicia algún día?
Creo que estoy muy bien aquí, tanto profesional como personalmente. Por ahora no tenemos pensado irnos. Lo que sí echo de menos de Galicia o la Península es el comercio, la diversidad de producto, que haya más competencia. Pero en general, Menorca nos gusta mucho.