El Festival de Música d'Estiu de Ciutadella ya está en marcha, y como marca la tradición las primeras notas sonaron el 9 de Juliol. El cartel de este año, uno de los más ambiciosos de su historia, según los organizadores, arrancó con un concierto que si bien había despertado bastante expectación, tardó en ofrecer lo que se esperaba. Nada que objetar a la calidad demostrada por los integrantes del Conjunt XXI!, un grupo de jóvenes artistas, algunos de los cuales surgen de una de las escuelas más prestigiosas del país, la ESMUC. No obstante, también hubo momentos para el recuerdo.
La noche comenzó con un breve discurso de Ricardo de la Fuente, presidente de la entidad organizadora, Joventuts Musicals, quien avanzó algunos detalles de la oferta musical que nos depara este verano. No faltaron a la cita, un buen número de autoridades, entre ellas el presidente del Govern balear, Francesc Antich, flanqueado por la alcaldesa de Ciutadella, Pilar Carbonero, y el presidente del Consell, Marc Pons. Junto a ellos, disfrutó de la velada musical, el obispo de Menorca, monseñor Salvador Giménez.
Ya en lo estrictamente musical, el concierto, arrancó de una forma un tanto tímida, sumergiendo al público en los ambientes parisinos de Debussy, un momento marcado por el protagonismo de la flauta como solista, para dar paso después a una colección de valses, "nobles y sentimentales", según rezaba el programa, compuestos por uno de los maestros del género, Maurice Ravel.
Así terminaba la primera parte de un concierto que prometía más viniendo de la mano de ese grupo de jóvenes que han acuñado el nuevo término musical "sinfonismo de cámara". Pero tras un descanso, quizás demasiado largo, la noche remontó. Y buena parte de la culpa la tuvo Isaac Albéniz, el celebre compositor y pianista español fallecido hace un siglo, que animó la noche gracias a sus melodías más alegres y reconocibles de dos piezas de la "Suite Iberia".
La noche comenzaba a mejorar, pero aún quedaba lo mejor, la interpretación que los jóvenes músicos hicieron de "Un Americano en parís", archiconocida pieza de George Gershwin, que logró dar al concierto un tono más jovial gracias a la obra de un artista que gozó de gran éxito por sus composiciones para algunos de los musicales más famosos de Hollywood. Tras el bis de rigor, el primer concierto del ciclo se cerró a la postre de una forma agradable, a la espera de otras siete citas del que dicen es el festival más arriesgado de su historia. El verano dirá si es cierto o no.