Es psiquiatra, terapeuta familiar, formadora de mediadores y asesora psicológica en uno de los juzgados de familia modelo de Buenos Aires. La argentina Liliana Zanuso es una de las ponentes del posgrado sobre mediación familiar y promoción de la convivencia que imparte la UAB en colaboración con el Consell y la Asociación de Mediación. Familia y divorcio son las dos temáticas que Zanuso abordará para los matriculados del posgrado, así como para el público en general, puesto que esta tarde, en la sala de plenos del Consell, de 19 a 21 horas se celebrará una charla que versará sobre el imprescindible papel del mediador en situaciones litigiosas de divorcio.
Las familias nucleares formadas por padre, madre e hijos están perdiendo territorio para dar paso a multitud de estructuras familiares.
Vivimos en un momento de cambio donde la familia nuclear dejó de ser el prototipo de familia. Hoy en día las familias ensambladas han crecido tanto que creemos que en la próxima década serán el prototipo. Por familia ensamblada entendemos aquellas que se forman a partir de que uno o los dos miembros de la pareja tiene hijos de un matrimonio anterior. Hoy en día entre el 30 o el 40 por ciento de las parejas se divorcian, un índice altísimo, tanto como para saber que los mediadores debemos ser expertos en familias ensambladas. Lo más importante es que se arman a partir de la pérdida y esta pérdida de la otra familia debe estar resuelta para que la familia ensamblada pueda funcionar bien. Muchas veces no lo tomamos en cuenta, la gente se separa, y sin arreglar el divorcio comienza otra relación. Primero hay que solucionar el maremoto, el tsunami que hay en la base, antes de abrir otro camino.
¿Y qué papel tienen los mediadores en un juzgado de familia?
Antes los jueces dictaminaban tras un juicio. Ahora en varios casos los desvían a mediación para que se investigue el caso y para que el acuerdo no se vea afectado por los problemas emocionales, las deslealtades. Es imposible hacer acuerdos sin que se hayan arreglado los conflictos. Y allí la utilidad del mediador, quien no piensa que el objetivo es hacer acuerdos sino que la relación se transforme en armónica y pueda seguir eternamente como pareja parental aunque se cierre el vínculo conyugal. En los juzgados estamos muy acostumbrados a recibir falsas denuncias que son consecuencia de querer devolver al otro aquello que me hizo mucho daño. Antes de dictaminar, no desestimar la denuncia pero sí descubrir si es real o no. Porque a partir de una denuncia falsa lo que provocamos es generar más violencia y más rabia. Los divorcios litigiosos son una guerra desde las dos partes que están atrincheradas. Y los que más sufren son los hijos.
¿La aparición de una familia ensamblada, cómo afecta a los hijos?
Necesitan, a diferencia de las familias nucleares, un tiempo de adaptación. Decimos que tienen doble ciudadanía, dos casas. Si en las dos casas hay respeto por la diferencia no habrá conflicto. Los chicos deben sentirlo así, que no tienen una sola lar, sino dos donde vivir.
¿Cuando hablamos de familias ensambladas, podemos hablar de familias estructuradas?
El término estructurada significa que tienen una estructura y una familia ensamblada puede tener una estructura, de hecho deben tenerla para ser funcionales. Nosotros hablamos de familias funcionales o disfuncionales, más que estructuradas o desestructuradas. Así, una familia nuclear puede ser funcional o disfuncional al igual que las ensambladas, que pueden ser funcionales o no.
¿Cómo llega a afectar un divorcio a un hijo?
Cuando la familia se divorcia hay una etapa de transición en que los hijos no están atendidos. Ahí surgen redes de sostén como la maestra, los amigos. Pero tienen que durar poco. En los divorcios litigiosos esta etapa de transición dura toda la vida. De ellos surgen las secuelas en los hijos. Cada parte los usa como chivos emisarios, portavoces. Estas situaciones producen perturbaciones y problemas. Es cierto que todo divorcio, aunque no sea litigioso, produce tristeza, angustia, frustración pero es un proceso necesario. El divorcio en sí no trae patología sino las formas en como se resuelve. Los padres deben aceptar que no pueden construir algo nuevo si no cierran con lo anterior. Cuando esto ocurre es cuando aparece el litigio, es decir, cuando uno está simultáneamente armando algo y desarmando lo anterior. No es lo que más se da, los matrimonios conflictivos se sitúan en un 30 por ciento, pero como hacen tanto ruido, salpican.
¿El perdón tiene cabida en estas situaciones?
Ahora estamos introduciendo la posibilidad del pedir disculpas para poder seguir adelante en una situación dolorosa. Pedir disculpas no es perdonarse sino reconocer que se hizo y produjo dolor.
¿Diría que la sociedad está mejor o peor que hace unos años?
Para mí está mejor porque tenemos muchas más herramientas que nos permiten vivir mejor, herramientas para poder solucionar conflictos, problemas que antes también existían pero que no se reparaban.
Hasta el momento llegar a una situación de divorcio era algo traumático, pero de la manera que usted lo aborda, ¿ha dejado de verse como un fracaso?
Actualmente consideramos que el divorcio es una de las posibilidades que puede pasar una familia en su ciclo evolutivo, es decir que es una alternativa más que puede pasar o no. Ha dejado de ser algo patológico, un fracaso.