Era la de ayer una tarde típica de agosto. En Fornells la sobremesa se desperezaba entre las mesas de bares y restaurantes, tras los verdes postigos, en el paseo, en la playita de Es Viver, despistando la brisa el calor que dejó una mañana preñada de nubes. "Nadie te dirá nada -me advierte una de las primeras personas con las que hablo- aquí tenía muchos amigos. Pero no ha venido, yo al menos no le he visto".
Félix Millet no se ha dejado caer este verano por este rincón costero del norte de Menorca. No lo han visto en ninguno de los lugares que solía frecuentar, aunque los propietarios de todos ellos se muestran parcos a la hora de hablar del presunto responsable de lo que se ha denominado el saqueo del Palau.
"Es cliente nuestro y no tengo nada que decir", es la frase más repetida y no deja de conmover esa respetuosa prudencia. "Estuvo el otro día aquí un Millet, pero no era éste", breve comentario con el que me despachan, sin acritud pero con rapidez e ironía, en uno de los más reputados restaurantes de la zona.
Cuanta más relación, más silencio. La incredulidad del año pasado ha trocado en incomodidad evidente y hay que tener la suerte de topar con quienes no mantenían con Millet y su familia más contacto que el que implica la simple vecindad, la sucesión de veraneos compartidos en este rincón de la costa menorquina, para escuchar reflexiones más comprometidas, pidiendo, como todos, anonimato.
"Ha pasado un año de lo del Palau y en el fondo no ha pasado nada. Todo sigue igual, creo que se subastó una casa y fue a parar a alguien de su familia y creo que esa la han alquilado", apunta una persona señalando hacia la calle Governador, a una casa que da a la bahía y en la que se cuenta que Millet daba una selecta cena veraniega a la que acudió uno de los años José María Aznar .
"Lo conocía de vista, como todos, esto es pequeño, y sé que tenía varias casas, ahora sabemos por qué", añade otro refiriéndose a las propiedades que la familia Millet-Vallès tiene en Fornells y que el año pasado quedaron integradas en el listado de bienes presentado en el Juzgado para cubrir eventuales responsabilidades económicas.
Pero no todo sigue igual a la vista de las aportaciones de otros "fornellers". Millet, quien pasó trece días en prisión provisional el pasado mes de junio, no ha aparecido por Fornells y no lo hará, - "lo sé de buena tinta", asegura un chico joven- , su mujer, Marta Vallès lo hizo brevemente para "dar vuelta a la casa", y quien sí lo ha hecho, su hija Clara, no está pasando su mejor momento.
"Se le ve más apagada que otros años, como más seria", apuntan varias personas. "Eran muy conocidos y la gente les ha dejado de lado y debe ser muy duro porque mi hijo por ejemplo puede ser un drogadicto y yo una bellísima persona", apunta una de ellas a modo de explicación. Tan de lado que, según un veraneante, no van mucho más allá del antiguo edificio de la Casa del Contramaestre para no encontrarse con los numerosos catalanes que visitan Fornells.
La soledad se hace extensiva a las cuestiones de intendencia. "Pese a que es una chica muy sencilla a nadie se le escapa que este año han venido sin servicio. Antes venían con chófer, cocinera y canguro y ahora no. Está sólo ella, con su marido y sus tres hijos", explica una mujer con un deje de comprensión en la voz.
Es la otra cara de un turbio asunto que empezó en desvío de fondos y deriva ahora a financiación irregular.