Construir un centro sociosanitario que no parezca un hospital, sin pasillos, sin barreras arquitectónicas, en una sola planta, en que todas las habitaciones tengan acceso directo desde y hacia un gran jardín y hacia y desde las zonas comunes fueron algunas de las directrices que se propuso el arquitecto Manuel Ocaña del Valle cuando se dispuso a diseñar el nuevo centro sociosanitario de Ciutadella, Santa Rita.
La novedad del proyecto, la apuesta por una tipología que nadie antes había planteado ha sido el detonante de que Santa Rita sea el proyecto estudiado en las universidades del mundo como modelo a seguir en geriatría. Ha sido publicado a escala internacional más de 40 veces en Asia, Australia y Estados Unidos, entre otros países. Está expuesto en la Casa de Arquitectos de Lille, Francia, entre los ocho geriátricos más importantes de los últimos 30 años en el mundo. Y a principios de octubre Ocaña se desplaza hasta Pennsilvania para explicar el proyecto del geriátrico a un grupo de expertos. Como colofón, el proyecto ha quedado entre los ocho finalistas de los premios Saloni, uno de los galardones más representativos de este ámbito. Concurrían en la categoría de arquitectura 370 ideas. Los premios Saloni reconocen el diseño y la creación de obras arquitectónicas e interiorismo.
El jurado de los premios Saloni ha valorado de Santa Rita la apuesta por la libre circulación, la ausencia de barreras arquitectónicas y la amplia dimensión de los espacios comunes. Y es que la primera condición que se marcó el arquitecto Manuel Ocaña fue conseguir un edificio de 6.000 metros cuadrados con otros tantos metros de jardines por el mismo precio que un centro de 3.000 metros cuadrados, como se exigía en las bases del concurso, por lo que "tiene el doble de espacio común que un geriátrico tradicional".
La filosofía del arquitecto pasa por plantear edificios que "mejoren la calidad de vida de las personas sin utilizar la tradición, mirando hacia adelante y no hacia atrás". Para el arquitecto, es una obra contemporánea al cien por cien y que se atreve a definir como "funcionalmente artística", donde el espacio prima sobre los acabados y los lujos.
Ocaña manifiesta su satisfacción ante tantos reconocimientos y difusión internacional por ser un proyecto pionero, aunque lamenta a su vez que entre quienes se hayan dado cuenta de la importancia de cambiar la tipología tradicional de todo edificio geriátrico no se encuentren los arquitectos de la Isla.