Hasta en la despedida su naturalidad y optimismo arrollan. Carlos Salgado Saborido (Maó, 1974) presentaba ayer su renuncia como concejal del Ayuntamiento de Maó, cargo que ostentaba desde 2007, cuando Ciudadanos de Menorca dio la campanada y se coló en la corporación municipal.
Salgado dice adiós- o hasta pronto, el tiempo dirá- con la satisfacción del deber cumplido aunque consciente de que la falta de tiempo- lo que, a la postre, le ha llevado a retirarse- ha impedido un servicio al ciudadano mayor. Le sustituirá Juan Antonio, Toyo, Piris Parpal. "Con un perfil menos técnico que el mío pero cercano y buen menorquín", apunta Salgado.
¿Cómo valora su experiencia?
Ha sido muy positiva en cuanto a experiencia vital porque me ha permitido conocer las interioridades de la Administración, en la que se adoptan las decisiones importantes para el ciudadano. También ha sido muy positiva por mis compañeros de Consistorio, por todos, tanto los del equipo de gobierno como los de la oposición porque sin haber dejado de hacer crítica política, dura, a veces, y apasionada jamás se ha entrado en lo personal como pasa en otros ayuntamientos y me he sentido muy respetado.
¿Lo negativo?
Haberme dado cuenta de que las personas que quieran entrar en política han de tener mucho tiempo. Le acabo dando la razón a Arturo Bagur que en su día dijo que los portavoces deberían tener una dedicación exclusiva, algo que nunca habría querido y aceptado, pero que ahora entiendo que tiene su sentido. Luego, echo en falta que se dé más posibilidad al debate, los tiempos de intervención están muy tasados, quizá habría que favorecer más las réplicas y contrarréplicas y, como propuso el PP, retransmitir los plenos para favorecer la participación.
¿Es consciente que usted ha aportado parte de la pasión de los plenos de este mandato?
Sí, porque soy impulsivo y por mi forma de hablar fuerte, un tanto agresiva pero cada uno tiene su estilo, además no me gusta leer, mantener atento al auditorio es más fácil si hablas con cierta pasión.
¿Dónde irá esta pasión ahora?
A los tribunales, lo primero. Más allá de los encuentros con los clientes, mi trabajo es de adrenalina y en los juicios hay debate y apasionamiento desde el respeto a los compañeros.
¿Lo primero quiere decir que no descarta seguir en política? Todo el mundo conectará esta renuncia a la posibilidad de que encabece la lista de UPyD.
Necesito tiempo para pensar. Si Ciudadanos de Menorca se disolviera no me importaría tomar parte en un proyecto importante para España, como es el de UPyD. Es una de las posibilidades, pero no es segura. En cuanto a partidos políticos, es la única, eso sí pero si sigo o no es algo que deberé decidir en los próximos días, no podré demorar mucho mi decisión.
¿Por qué UPyD?
Porque tiene un proyecto ilusionante a nivel estatal, capaz de romper la bipolaridad. Hace falta un partido de centro no nacionalista que pueda apoyar la acción de gobierno sin estar sujeto a los intereses periféricos.
Por tanto, no hay una candidatura en firme. ¿Tampoco obedece la renuncia a que le hayan puesto una cruz en CMe o a problemas en casa?
No, tengo el apoyo de mi partido, de todos sus miembros. La decisión de renunciar ha sido consensuada con ellos, han sido los primeros en saberlo. Cuando empezamos fue bonito y divertido, con el tiempo me he sentido solo en algunos momentos. Ha faltado algo de estructura y quizá de implicación de algunas personas. Pero nadie, que yo sepa, me ha puesto una cruz. Y en casa he tenido todo el apoyo, tanto anímico como a la hora de abordar algunas cuestiones porque mi mujer es letrada. Es una cuestión de falta de tiempo.
¿Con qué logro se queda?
Conseguimos que el alcalde nos informara después de cada consejo de Autoridad Portuaria y cosas pequeñas de ciudad que son importantes. El peso de la oposición lo ha llevado el PP pero hemos conseguido aderezar el debate y opinar sobre todos los temas importantes de la ciudad.