Mónica Juanatey ha confesado ante la Policía y ante el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Maó que mató a su hijo a principios de julio de 2008, cuando el pequeño César tenía nueve años. Tuvo el niño soltera en A Coruña, donde residía con sus padres. El menor se crió prácticamente con sus abuelos maternos en el pueblo costero de Noia.
Quienes conocen a Mónica aseguran que en Galicia llevaba "una vida desordenada", aunque no tenía antecedentes y durante un tiempo trabajó en un supermercado y en una brigada de limpieza de playas de la Xunta de Galicia.
A finales de 2007 conoció a través de una red social de internet a un hombre que vivía en Maó, su actual pareja. En marzo de 2008 decidió trasladarse a la Isla para establecerse, buscar trabajo y comenzar una nueva vida con él. Por aquel entonces Mónica había dejado al pequeño bajo la tutela del padre biológico. El niño estuvo escolarizado desde 2003 en el Colegio Felipe de Castro de Noia y se tiene constancia de que finalizó el curso 2007-2008. Al parecer, al cabo de unos meses, se arrepintió de su decisión y viajó a Galicia para retirarle la custodia del niño al padre y dejarlo con los abuelos maternos.
Coincidiendo con la finalización del curso escolar, el 1 de julio de 2008, los abuelos decidieron, según la investigación policial, que el niño debería estar con su madre y le enviaron desde Santiago de Compostela hasta Maó. No obstante, fuentes próximas a la familia aseguran que fue la propia madre quien decidió traer a su hijo a Menorca en represalia contra los abuelos y el padre biológico.
Juanatey no había contado en ningún momento a su pareja menorquina que tenía un hijo, incluso llegó a decirle que sus padres habían muerto. Por este motivo, cuando llegó el pequeño a la Isla, explicó a su novio que era su sobrino y que estaría con ellos en Menorca tan sólo diez días.
La Policía concluye que una vez transcurridos esos diez días y posiblemente de forma premeditada, la madre habría ahogado a su hijo en la bañera de su domicilio. Posteriormente, introdujo el cuerpo del pequeño y sus pertenencias en la maleta roja con la que lo habían mandado sus abuelos desde Santiago, con la intención de hacer creer a su novio que César había vuelto a Galicia.
Una vida virtual
La Policía señala que tras el asesinato, la madre fingió a través de internet que el niño estaba aún vivo, incluso llegó a decir a sus allegados que había hecho la primera comunión en noviembre de 2008. Además para evitar preguntas molestas de la familia, había cortado la relación con la familia y ni siquiera contestaba a sus llamadas.
Según fuentes policiales, los abuelos maternos, actualmente están ilocalizables en su domicilio de Noia, y ya han expresado al Grupo de Homicidios su intención de recuperar el cuerpo del pequeño.
La frialdad de la detenida
Antonio Bermúdez, inspector jefe de la Comisaría de Maó, que ayer compareció en rueda de prensa junto al director insular de la Administración del Estado en Menorca, Javier Tejero, para informar sobre las investigaciones realizadas en el caso destacó la frialdad mostrada por esta mujer durante los interrogatorios realizados por la Policía.
"Es una persona muy fría" aseveró al tiempo que destacó que "de momento" no hay más imputados en este caso.