La actividad de las embarcaciones de transporte de turistas, conocidas popularmente como golondrinas, quedará a partir de este año sometida a un plan de usos que regulará la convivencia con las playas vírgenes de poniente. Se trata de un acuerdo al que se ha llegado dentro del marco de debate del Plan Insular de Costas en el que han participado el sector náutico, el Consell insular y el GOB. Precisamente desde la entidad ecologista se advierte que la actuación supone un avance pero también puede propiciar peligros en lo que a la ordenación náutica se refiere.
En ese sentido, desde el GOB se recuerda que es la primera vez que se empiezan a ordenar las actividades náuticas con una visión insular. "Hasta ahora, cada uno lo hacía por su cuenta y sin muchas condiciones", señalan en un comunicado. En opinión del GOB, el problema principal puede venir de las ordenaciones que se hagan a los tres puertos principales de la Isla. Si se hacen incrementos de amarres sin haber definido previamente la capacidad de acogida náutica de las diferentes calas y playas, se producirán conflictos derivados de la masificación", señalan.
Gestión
Desde la entidad se incide en que algunas calas ya registran un nivel de embarcaciones que cubre toda la zona operativa disponible. "Ni por la conservación de los valores naturales ni por el propio atractivo turístico, interesa apostar por esta vía. Las administraciones que gestionan los puertos deben hacerlo también con una visión insular, no sólo de su pedacito donde tienen competencias", señalan en el comunicado.
Actualmente hay cinco barcas operando con este tipo de oferta en poniente. Salen del puerto de Ciutadella o de Cala en Bosc y operan por la costa sur. Algunas sólo dan un paseo cercano al litoral, pero otras ofrecen excursiones que incluyen parada en una playa para comer en ella.
Quejas
Periódicamente, recuerdan desde el GOB, ha habido quejas "por ruidos o por el cambio brusco que supone que un centenar largo de personas desembarquen y participen de la cocción de una paella en la costa". Así, una vez consensuado el documento, las empresas que gestionan las barcas se comprometen a no poner música, a fin de respetar el entorno natural y la tranquilidad que busca la gente que va a una playa virgen. También se ha decidido que se ofrecerá la comida en la barca, no fuera como hasta ahora.