Autoficha
Mi nombre es Carlos Pons y soy afilador, un oficio en el que cada vez quedan menos profesionales. Nací en Ciutadella el 13 de diciembre de 1966. Estoy casado y tengo tres hijos. Tengo muchas aficiones, pero lo que más me gusta es pasar tiempo con mi familia y escuchar música.
¿Desde cuándo se gana la vida con la profesión de afilador?
Pues empecé a trabajar en este oficio hace unos 25 años.
¿Cómo fue a parar a este sector?
Pues resulta que un vecino, que estaba en este mismo taller, necesitaba gente y me propuso entrar a trabajar como aprendiz. Decidí probar suerte para ver si me interesaba… Y aún estoy aquí. En diciembre de 1985 ya me quedé con el negocio en propiedad después de cumplir el año anterior con el servicio militar.
¿Y cómo se las arregla una persona sola para sacar adelante un negocio?
Pues la verdad es que es muy duro. Hay que trabajar mucho y compaginar los horarios lo mejor que uno puede.
¿Cómo ha evolucionado el negocio desde que empezó a aprender el oficio?
La verdad es que las cosas han cambiado bastante desde entonces. Hay que tener en cuenta que antes la industria del calzado nos daba mucho trabajo, y ahora ha decaído mucho. Antes había mucha cuchilla para afeitar y... En la actualidad se utilizan otros productos como el papel de lija. Cuando empecé no afilaba herramientas de carpintero, y ahora sí. No queda otro remedio que diversificar el trabajo para poder salir adelante.
La crisis estará afectando su negocio como a cualquier otro…
Efectivamente. Si no hay construcción, luego todo es una cadena que nos acaba afectando a todos. En la actualidad, para salir adelante, también me dedico a la copia de llaves y vendo un poco de cuchillería.
¿Cuál es la mejor época para su negocio?
Quizá desde abril hasta casi Navidad. Hay que ver cómo evoluciona el tema de la técnica de afilar para ver si al final seguirá teniendo futuro.