Fieles y una treintena de sacerdotes de toda la Isla, los diáconos permanentes, seminaristas y monaguillos se reunieron anoche en la Catedral para participar en la Misa Crismal, que estuvo presidida por monseñor Salvador Giménez. La celebración comenzó a las ocho de la tarde con el canto de la asamblea acompañada al órgano por Tomé Olives. Tras la liturgia de la Palabra, el obispo Salvador inició su homilía recordando que la Misa Crismal contribuye a "revivir la conciencia de haber sido ungido.
"Jesús el Ungido cumple a la perfección los anuncios proféticos de Isaías. Sólo en su Muerte y Resurrección los hombres ven la luz y viven la Salvación. Sólo quien fija la fe, su mirada en Cristo encontrará la vida", aseveró monseñor Giménez, quien tuvo palabras de agradecimiento y ánimo para los presbíteros, que renovaban sus promesas sacerdotales al concluir la homilía. A ellos, el obispo Salvador pidió que ahondasen en Cristo, "raíz de la vida sacerdotal". "Estaremos más cerca de nuestros hermanos a medida que estemos más cerca de Dios", aseguró, antes de exhortarles a "recuperar el sentido de nuestra misión" y subrayar "la importancia y la exigencia en la plegaria personal".
Tras sus palabras, la celebración siguió con la renovación de las promesas sacerdotales, la bendición de los óleos de los catecúmenos y los enfermos y la consagración del crisma, tras la que se dio paso a la liturgia de la Eucaristía. Con la Misa Crismal, la Diócesis entra de lleno en la celebración de la Semana Santa, que vivirá sus días centrales a partir de mañana.