El Ayuntamiento de Maó acoge esta noche a las 20.15 horas la primera conferencia organizada por la Fundación Isla del Rey en conmemoración del 300 aniversario del hospital naval inglés (1711-2011). Será la historiadora Kathleen Harland quien imparta una interesante charla que va a versar sobre los orígenes y la vida diaria en el hospital naval de Bloody Island, nombre que recibió por sus funciones de cura de primera línea.
Harland estudió Historia en la Universidad de Escocia, de donde es originaria. Tras un período de viajes como acompañante de su marido que ejercía de médico de la Royal Navy, empezó a trabajar de maestra. Pero el creciente interés por la medicina que se desarrollaba en los hospitales de la Armada Británica la llevaron a abandonar la enseñanza para dedicarse a la investigación. La tesis doctoral de Harland se basó en los primeros hospitales navales comprendidos entre 1650 y 1750. Harland no había pisado nunca antes tierra menorquina a pesar de que su estudio incluyó una extensa información sobre la Isla extraída de los documentos originales y de correspondencia emitida entre Menorca y Londres.
Harland explica que la Isla del Rey no sólo es un hito dentro de la Armada Naval Británica sino también de la historia de la medicina. Esta doctora desvela que aunque sea considerado el primer hospital construido fuera del país, "es el más antiguo que se conserva pero está documentado que en Jamaica ya había uno en 1702 pero fue destruido por su endeble construcción".
El almirante Jennings se percató de que los marinos sanaban más y mejor fuera de los buques de combate. "Necesitaban un lugar tranquilo, con aire fresco y sano y Menorca cumplía con todos los requisitos además de ser un punto estratégico en el Mediterráneo Occidental", explica. A ello, añade que "en el hospital se alimentaban de verduras frescas, leche, arroz e incluso carne, cuando en el buque debían ingerir productos muy salados -con la sal como conservante- y galletas duras".
Según Harland, el edificio "albergaba 24 pacientes en cada una de las salas destinadas a enfermos de diferente grado" y añade que "la vida de marino era muy dura, sólo dos consiguieron huir y vivir en libertad".
Pero, curiosamente, y según destaca esta experta en hospitales navales ingleses, Jennings ordenó el inicio de las obras sin tener la autorización para ello. "Costó 3.000 libras esterlinas que pagó de su bolsillo y de los de sus oficiales", resalta. Recuerda que todo el equipamiento del hospital, camas, cojines y almohadas, entre otros, fueron traídos de Londres".
Finalizada la Guerra de Sucesión, los médicos iniciaron su viaje de regreso aunque, cuando llegaron a Portugal, fueron ordenados a dar marcha atrás y volver al hospital. Y es que el Almirantazgo había decidido que se quedaba con el hospital. Además, Harland informa que Menorca era estratégica por dos motivos "se encontraba cerca de la base de Tolon, desde donde podían vigilar los avances franceses, además de ser un puerto seguro para los barcos mercantes".
El marido de Harland, quien la acompaña en esta visita a la Isla, desvela una curiosidad: Hasta 1971 cada marinero de la Royal Navy tenía su cota de ron que debía tomar diariamente. Es más, "los jóvenes se lo debían tomar con agua", destaca.