El arquitecto y pintor Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) ofreció el viernes, en la sede de la delegación del Colegio Oficial de Arquitectos de Balears, en Maó, una conferencia sobre el proyecto de los nuevos juzgados de la ciudad. El acto se enmarca dentro del ciclo organizado para que los profesionales de la arquitectura expliquen sus proyectos ejecutados en la Isla.
Usted es el arquitecto tanto del primer edificio de los Juzgados de Maó como del segundo, que se está construyendo y es una ampliación del primero. ¿Cómo concibió este nuevo proyecto?
El nuevo edificio incorpora algunos aspectos de una tecnología más moderna, una manera de hacer más actual y una experiencia que también tengo de otras obras y que me parecía interesante aportar aquí. Lo más bonito es que, efectivamente, había que jugar con lenguajes que fueran compatibles, armónicos, que se sintiera que hay una continuidad.
¿Qué tipo de continuidad?
Una continuidad funcional. Quince años después de finalizar el primer edificio, era la ocasión de hacer un edificio que tuviera ciertas constancias de lenguaje, como es el basamento de piedra de mampostería, algo que entonces ya nos parecía muy claro, que los edificios emergen del suelo.
Pero no será un edifico idéntico.
En el edificio antiguo hay un enfoscado blanco y en el nuevo se trata de un vidrio blanco hacia afuera, pero que es translúcido en el interior. Se produce una luz que es muy de aquí, una luz un poco blanquecina, con el vapor de agua que tiene el ambiente marino.
¿Surgió algún problema en el momento de diseñar el edificio?
Al tratarse de un edificio pequeño quería que no fuera una casita, sino que tuviera una presencia un poco distinta. Teníamos que hacer algo que se distinguiera, que las ventanas tuvieran dos plantas, con eso se crea un ambiente visual que es distinto a los otros edificios, le da una cierta seriedad, aunque dentro de los límites de lo que es acogedor.
¿Qué es lo que distingue al edificio desde un punto de vista funcional?
A mi me gusta mucho en la arquitectura, sobre todo institucional, crear ámbitos asociados a la entrada que airee la totalidad de la vida del edificio, como es propio en la arquitectura clásica, que de una mirada te des cuenta en cualquiera de las partes que estás en un mismo edificio. Por eso la importancia a los vestíbulos, a los cortes verticales por los que además se introduce la luz, el usar el mecanismo de romper los forjados para introducir luz y crear un ambiente interno que es el mismo en las diferentes plantas. Siendo casi diminuto tiene gestos de edificio mayor, algo que sucede en el segundo edificio de una manera más evidente, con una parte más vinculada al público y otra a las personas que trabajan allí.
Usted se ha especializado en proyectos para la Administración.
He trabajado mucho en edificios para la Administración, como auditorios, edificios institucionales, bibliotecas, tanto en España como en el extranjero. En general casi todo son edificios institucionales, hechos y sacados a pulso por concurso.
¿Qué hace actualmente?
La biblioteca para la Escuela de Música de la Universidad de Princeton, hemos terminado el Departamento para la Conservación del Patrimonio y Paisaje, en Holanda, y estamos concluyendo la remodelación interior de una biblioteca en Roma.
¿Dónde trabaja mejor un arquitecto, en España o en el extranjero?
Vamos a ver, en algunos aspectos es más cómodo trabajar en España, conocemos la gente, la manejamos también mucho mejor, pero también hay sus contras. Fuera los proyectos se hacen más acabados, una vez que están hechos son inamovibles. Aquí, quizá tenemos la ventaja de que podemos intervenir, esto ahora está empezando a dar muchos conflictos porque los presupuestos tienen que estar cerrados. Hay ventajas y desventajas, yo creo que es muy parecido.
¿De cuál de sus proyectos está más orgulloso?
No lo sé. Me gusta mirar las cosas en su conjunto. En todos los proyectos he querido investigar algo nuevo, no me he repetido, he tratado de incorporar algún problema arquitectónico. Siempre me ha gustado explorar algo en las cosas esenciales. Lo que no me gusta es hacer siempre lo mismo.
¿A qué arquitecto admira?
Es muy difícil contestar. Todos los arquitectos de mucho nivel ya han aportado muchas cosas y, además, distintas. Algunas propuestas de buenos arquitectos se van complementando con las de otros, unos son más tecnológicos, otros son más cuidadosos con el contexto.
¿Qué puntuación daría a la arquitectura que hacen los arquitectos españoles?
En mi opinión, alta. La arquitectura española está bien considerada, tanto en el plano teórico como de oficio. Nos llaman de muchos sitios, de universidades, muchos españoles hemos dado clases en Estados Unidos.
Usted se dedica a la pintura desde hace muchos años. ¿Qué influencia ha ejercido en su profesión de arquitecto?
Efectivamente, yo fui pintor antes que arquitecto. Las artes no aplicadas son más un laboratorio de investigación y, en este sentido, Le Corbusier hablaba del taller de la búsqueda paciente. Descubres, investigas problemas de la luz, problemas físicos, cómo se comportan los cuerpos en el campo gravitatorio, el 'organicismo' inevitable que siempre hay en arquitectura.
¿Se considera más pintor o arquitecto?
No lo sé. A veces se diferencia el arte de la arquitectura, cuando en realidad la arquitectura es un arte. Ambas cosas son arte y lo que más me gusta en este mundo es poder decir "he sido un artista".