Vio venir la crisis económica y no dudó en vender todas sus pertenencias y abandonar Menorca en busca de una oportunidad. Agustín Carreras Camps (Maó, 1968) vive desde el pasado mes de octubre en el municipio brasileño de Anápolis, en el centro de país, la ciudad natal de su esposa, a la que conoció en Menorca y con la que se casó en 2005.
A pesar de que su intención era descansar durante sus primeros meses de estancia en Brasil, la oportunidad de adquirir un local adecuado para montar una discoteca al aire libre precipitó la decisión del menorquín de ponerse a trabajar de nuevo. Hace tan sólo tres meses que inauguró el establecimiento y, por el momento, es considerado uno de los mejores locales de la ciudad.
Con tan sólo 14 años se adentró en el sector turístico...
Sí. Lo de estudiar no me apasionaba así que me puse a trabajar en locales como el Casino Mahonés, Peoples o el Restaurante Nacho. En 1988 tuve la oportunidad de trabajar en la empresa Rutas Marítimas de la Cruz, que lleva a cabo excursiones marítimas en las llamadas golondrinas. Fue una experiencia enriquecedora e inolvidable para mi, además de muy divertida. El turista era entonces más agradecido y menos exigente que ahora. Gracias a este trabajo adquirí una parte importante de mi experiencia en el sector turístico.
No obstante, acabó poniendo en marcha una empresa de transportes y mudanzas...
Sí. Con tan sólo 20 años abrí mi primer negocio Transportes y Mudanzas Carreras, que estuvo operativa hasta hace seis meses. Tenía ganas de trabajar para mi mismo y necesitaba estar en movimiento y no trabajar encerrado. Recorrí casi tres veces España realizando mudanzas y fue una experiencia increíble. Por desgracia, los menorquines no tenemos muchas oportunidades de conocer a fondo el país a causa de nuestra insularidad y de los elevadísimos precios del transporte aéreo y marítimo.
También regentó una hamburguesería en el puerto de Maó. ¿Cómo surgió esta oportunidad?
Fue casi al mismo tiempo que la puesta en marcha de la empresa de transportes. Tin's Hamburguer fue el primer burguer del puerto y estaba ubicado en el local que actualmente ocupa Sa Taverna d'es Port. La verdad es que creo que tuvo bastante éxito, todavía hoy algunos de mis clientes me recuerdan lo buenas que estaban mis hamburguesas con salsa rosa casera y pimientos. La hamburguesería estuvo abierta durante cuatro años, pasado este tiempo la vendí para dedicarme plenamente a los transportes.
Además, fue uno de los impulsores de la primera asociación de radioaficionados de la Isla. ¿Cuándo surgió su pasión por la radio?
Un día entré en la única tienda de electrónica de Maó y en una de las estanterías encontré una radio en Banda Ciudadana. Me pareció que sería divertido poder hablar con otras personas a distancia. ¡Hay que tener en cuenta que en aquella época ni se soñaba con los teléfonos móviles! Llegué a casa con lo preciso para montar el equipo dentro del coche y sin saber nada sobre el tema conseguí que aquel aparato comenzara a hacer ruido. Mi sorpresa fue cuando alguien contestó y a partir de aquel momento comencé a conocer a otros aficionados de Maó. Tardamos poco tiempo en organizar pequeñas competiciones de búsqueda a través de la radio hasta que decidimos organizarnos de forma legal como asociación. Gran parte del trabajo recayó en Teresa Ayala y yo ocupé el puesto de presidente al haber impulsado la idea y reunido a los aficionados que había en Menorca.
Compaginaba la gestión de la asociación con su afición a volar, ¿no es así?
Sí. Desde que nací y hasta los 11 años viví en Llucmaçanes, muy cerca de la pista del Aeroclub. Me pasaba horas viendo pasar las avionetas e incluso en alguna ocasión me escapaba y saltando paredes llegaba hasta la cabecera sur del Aeropuerto de Menorca. Me tumbaba en el suelo y disfrutaba viendo pasar los aviones momentos antes de aterrizar. De joven, me aficioné al aeromodelismo hasta que en 1992 pude sacarme la licencia privada de piloto. Después realicé un curso de instructor de vuelo en ultraligero en Toledo y sobrevolé los cielos de mi querida isla con mi ultraligero. Por su colores, lo llamaban la "abeja maya". A partir de ese momento, colaboré con el Aeroclub con el objetivo de mantener esta entidad tan valiosa.
Llegó incluso a ocupar un puesto en Junta Directiva de la entidad deportiva...
Sí, en 2001 me nombraron vicepresidente, un año después de que José Luis Villalonga fuera designado como presidente del Aeroclub. El objetivo principal era y sigue siendo promocionar los deportes aéreos en la Isla, una tarea que requiere mucho esfuerzo dadas las condiciones específicas de un lugar tan pequeño como Menorca. También regenté el restaurante del Aeroclub durante cuatro años. A pesar de que no fue fácil al tratarse de un local bastante grande, se puede decir que salió bien.
Le llamaban la atención especialmente las aeronaves ligeras. ¿Qué le atraía de este tipo de aviones?
Me gusta su simplicidad, economía, sensación de libertad y versatilidad en zonas pequeñas. Con un ultraligero de segunda generación puedes despegar y aterrizar en una zona libre de obstáculos de 40 o 50 metros y con un paramotor, que es un paracaídas dirigible con un motor a la espalda, apenas necesitas entre cinco y ocho metros. Ahora que no me escucha nadie y que estoy muy lejos para recibir un rapapolvo, he de confesar que me encantaba salir con mi ultraligero y aterrizar en Favàritx o cerca de Cala Morell. ¡La sensación era impresionante!
Su relación con Brasil comenzó en 2002, cuando conoció a su mujer...
Sí. Ella es de origen brasileño y estaba en Menorca trabajando como camarera en el Insotel Resort de Punta Prima. Nos casamos en el Ayuntamiento de Maó en 2005, fue una ceremonia muy sencilla y bonita, rodeados de nuestra familia y amigos. Desde entonces, mi vínculo con Brasil fue creciendo ya que viajábamos allí cada año para pasar nuestras vacaciones.
¿Qué impresión le causó el país al visitarlo por primera vez?
Muy buena. Fui muy bien acogido por la familia de mi esposa e hice muchos amigos. Los parajes del centro de Brasil son maravillosos, no tienen nada que ver con la zona costera. No obstante, he de decir que me causó sensación de tristeza la cantidad de gente que vive en situación de pobreza. A pesar de todo, lo llevan con mucha resignación e imaginación, son un pueblo muy festivo y alegre. Antes de que te des cuenta ya han encendido un carbón y están asando churrasco al ritmo de la música.
¿Qué les llevó a abandonar la Isla y trasladarse a Brasil?
Uno de los motivos principales que nos llevó a tomar esta decisión fue que vimos venir la crisis a pesar de las mentiras que nos contaban nuestros gobernantes. Además, consideraba justo que mi esposa pudiera estar cerca de los suyos. Finalmente, nuestras ganas de probar algo diferente en un lugar distinto fueron determinantes, la Isla comenzaba a quedarse pequeña y sin salidas para nosotros.
¿Cuándo se instalaron definitivamente?
El 11 de octubre de 2010. Han pasado ya ocho meses pero parece que fue hace una semana. Nos establecimos en Anápolis, la ciudad de mi esposa. Se encuentra en el estado de Goiás, a 100 kilómetros al sur de Brasilia. Eso significa que estamos casi en el centro del país, lo que me mantiene muy alejado del mar. Esto me hace sentir nostalgia de mi querida brisa marina de Menorca.
¿Le costó habituarse a la vida en Brasil?
Creo que todavía no puedo decir que este totalmente adaptado. Aún así, de momento lo llevo bien. El clima de esta zona es todo el año como el de Menorca entre abril y julio y el idioma no representa un problema. ¡Tuve seis años de prácticas aceleradas en casa! En cuanto a las costumbres hay que decir que los brasileños son muy religiosos pero, si te gusta la fiesta, estás en tu salsa. En general, los brasileños son muy alegres y están extremadamente orgullosos de los suyo. Como ya he dicho, ponen mucha imaginación para salir adelante y hacer frente a las dificultades, lo que les convierte en un pueblo algo picaresco.
Hace tan sólo tres meses, inauguraron un "night-club" ¡No han perdido el tiempo!
La verdad es que llegamos a Brasil con la sana intención de descansar una temporada y después plantearnos abrir un negocio. Sin embargo, todo se precipitó cuando encontramos un local adecuado y no quisimos dejar escapar la oportunidad.
¿Qué tipo de local es?
Se llama Anápolis Festa Bluestars y yo lo definiría como una discoteca-bar al aire libre. Tenemos también una piscina y dos pistas de baile. Ponemos música internacional y ofrecemos mucha fiesta. La verdad es que en la ciudad había poca oferta de ocio nocturno. Anápolis tiene casi 400.000 habitantes y tan sólo hay centenares de pequeños bares donde apenas se sirve cerveza y cachaza. Además, todos cierran a las 23 horas.
¿Está funcionando bien?
Hasta el día de hoy está superando las expectativas iniciales y el comentario general es que es el mejor local de la ciudad. Eso nos enorgullece mucho. En tan sólo tres meses se conoce el local como "A boate do espanhol", que significa "La discoteca del español". ¡Tendré que plantearme cambiarle el nombre!
¿Se encuentra a gusto en Anápolis?
Sí, mucho. Lo que más me gusta de vivir aquí es que estás en una gran ciudad pero en tan sólo 15 minutos en coche estás rodeado de la naturaleza más salvaje y puedes disfrutar de ríos, cataratas y lagos diez veces más grandes que nuestra Isla. La vida aquí es bastante agradable aunque tengo que reconocer aquí hay mucha gente que lo pasa realmente mal para dar de comer a sus hijos.
Aún así, el país está experimentando un auge económico...
Sí. Brasil está experimentando un "boom" ante la expectativa de eventos importantes como la próxima Copa del Mundo de fútbol y las Juegos Olímpicos. Espero que lo sepan aprovechar. Todo esto está dando lugar a una situación económica claramente en alza y las previsiones son positivas. De momento, la primera consecuencia ha sido el incremento de precios de la mayoría de los productos.
¿Ha tenido la oportunidad de visitar otras ciudades del país durante estos meses?
Sí. Junto a mi esposa visitamos los lugares más emblemáticos como Río de Janeiro, Sao Paulo, Brasilia o Salvador de Bahía. La posibilidad de viajar a otros países de Sudamérica tendrá que esperar hasta que el negocio esté estabilizado.
¿Ha viajado a Menorca desde que se trasladó a Brasil?
No, de momento no he vuelto aunque mi intención es viajar hasta la Isla este verano. Si puedo no me perderé algunas fiestas de pueblo y los caballos. He de decir que echo mucho de menos a mi familia y amigos y también los sabores de la cocina menorquina. Aquí me cuesta encontrar buenos ingredientes para preparar una paella en condiciones. Añoro los platos de gambas y el "pop amb ceba" sentado a la mesa con mi padre y mi madre. Aquí no hay nada de todo esto, vivimos a 2.000 kilómetros de la costa y no tienen ni costumbre de comer pescado o marisco, sólo pescado de río como pirañas, carañas y otras muchas especies que ni conozco.
¿Tiene previsto volver a instalarse en Menorca algún día?
Mi esposa y yo nunca dijimos que nos marchábamos para no volver. Ella se siente muy a gusto en la Isla. Lo ideal sería vivir seis meses en Brasil y seis meses en Menorca pero de momento tenemos que trabajar bastante para conseguirlo.
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