Tuni y Ramon se han aficionado a los desayunos. No es que antes no comieran por la mañana, pero desde que han dejado el primer frente de la política han recuperado tiempo para ellos y para las pequeñas cosas de cada dia. Por eso, desde hace unas semanas el matrimonio se dedica a invitar a sus amigos a desayunar en la terraza de su casa, cubierta por una vid cargada de racimos de uvas blancas.
Se les nota relajados. No miran el reloj, y el teléfono móvil no suena ni una sola vez durante las más de dos horas de conversación, algo imposible semanas atrás, cuando ambos ocupaban cargos de responsabilidad. Tras las pasadas elecciones, y por decisión propia, Tuni Allès y Ramon Orfila pasan a un segundo plano, después de que él haya dedicado sus últimos 27 años a la política institucional, y ella los últimos veinte.
Tras tantos años viviendo para y de la política, lo primero que me viene a la cabeza es preguntarles, como en la película: "¿Y ahora qué?". De momento, responden, les tocan dos meses de tranquilidad y reflexión antes de reconducir su vida. Ahora, llega el momento de recuperar los espacios perdidos, los momentos no vividos por la vorágine de una vida política que se inició de muy jóvenes en la clandestinidad y que, una vez dado el salto a la política profesional e institucional, les ha robado espacios.
"Ahora es el momento de saborear pequeñas cosas que hasta ahora no habíamos tenido tiempo de disfrutar, cosas sencillas como ir a caminar, pasear por el campo, hacer 'sofrit', estar con los amigos y desayunar, no correr ni estar condicionado por horarios...", explica Tuni Allès.
La que fuera directora general de Comercio y luego consellera ha cambiado los despachos y los papeles por actividades como ir a buscar 'tàperes' o pintar una pared del patio de su casa que llevaba diez años sin ver un pincel. Ramon Orfila también ha cambiado los temas de su agenda. Ahora, entre sus prioridades, según él mismo cuenta, está cuidar los amigos como antes no lo podía hacer, por ejemplo con estos desayunos.
"Ni soñábamos poder hacerlo, porque la vida institucional, si gobiernas, te impide hacerlo. Cuando hemos estado en primera línea política, los amigos nos han cuidado y nosotros no los hemos podido cuidar a ellos. Ahora lo podemos hacer. El reloj ahora ya no pesa tanto. La agenda sigue llena, pero de otra manera".
Las renuncias
Ambos son conscientes de que tantos años en política, inmersos en una espiral de actos y reuniones, les ha supuesto renuncias. En este caso, la vida de pareja también ha padecido algunos daños colaterales, que ambos intentaban apañar con estrategias como la que aplicaban en sus paseos vespertinos.
"Cuando íbamos a caminar, uno de los pocos momentos en que podíamos hablar, uno lo hacía cuando íbamos y el otro cuando volvíamos. Teníamos tantas cosas que comentar que así era la única manera. La coincidencia política ha hecho más fácil la convivencia entre nosotros dos. Alguien que no viva la política como nosotros, es muy difícil que lo entienda", relata Ramon Orfila.
Tuni Allès, tras servirnos unas pastas, unas mini 'coques blanques' con cuixot y sobrassada y un vaso de leche con miel, añade que "lo que nos une como pareja es un proyecto de vida, y en este caso hemos coincidido en el proyecto político. Además, intentábamos encontrar espacios que fueran solamente para nosotros, momentos que eran sagrados para ir a tomar una cerveza, cenar o pasar un rato juntos solo para nosotros".
También los viajes, los famosos viajes de Tuni y Ramon, han ayudado a la pareja a ser eso, una pareja. "Por salud mental, nosotros intentábamos cada año viajar, lo que nos servía para relativizar, conocer otras culturas, recuperar nuestro espacio personal, y desconectar de lo que estás haciendo", mantiene Tuni Allès.
Los hijosy Neyla
Una de las renuncias seguramente más meditadas y de más trascendencia en su vida fue la decisión de no tener hijos. Tuni Allès lo narra de la siguiente manera: "Decidimos no tener hijos desde el compromiso que teníamos con la política, y porque yo pienso, como mujer, que tener hijos es una cosa tan importante que debes ser capaz de dedicar tu vida a formar a esa persona. Cuando nosotros teníamos que hacer eso, era un momento de una gran intensidad en nuestra vida".
De todos modos, esta decisión se ha visto felizmente alterada en los últimos dos años y medio, tras acoger en su casa a Neyla, una joven saharaui a quien han proporcionado estudios, una nueva vida y, según cuenta la propia afectada, los años más felices de su vida. Al hablar de Neyla, a Ramon Orfila se le iluminan los ojos que se esconden tras esas gafas de cristales oscurecidos por el sol. "Teniendo la edad de ser abuelos, hemos tenido una hija adolescente. Llegó hace dos años y medio, y nos ha marcado profundamente. Ha sido un regalo inesperado que nos ha cambiado la vida y nos ha hecho relativizar muchas cosas".
Entre las cosas a relativizar figura uno de los componentes de la vida política que el matrimonio más detesta. "Los insultos y las críticas infundadas son la parte más difícil de soportar de la política. Yo he intentado no dejar de saludar a nadie por motivos políticos, y mantener una buena relación con políticos y trabajadores. Respeto y tolerancia son dos cosas que escasean mucho. Nosotros hemos vivido mal algunos episodios, pero hemos intentado distanciarnos", recuerda Ramon Orfila.
"Con la creencia de que todo vale en política, en Menorca damos un paso atrás. Debes ser capaz de divergir de forma dialéctica, pero superar un punto es un error. Esta crisis también ha generado crisis de valores, y los medios de comunicación también tenéis alguna responsabilidad en este asunto. Sobre nosotros dos se han llegado a contar mentiras muy grandes, y la gente ir asegurando que es verdad".
Siguen en la política
Pese a estas situaciones menos agradables, ninguno de los dos piensa dejar de hacer política. De hecho, aseguran que "hacemos política más activa que nunca, porque me parecería inmoral que la experiencia acumulada de tantos años en primera línea se perdiera. Me considero con el deber moral de responder a quienes me piden consejo".
"Somos animales políticos, hemos hecho política toda nuestra vida", dice Orfila. Su esposa añade que la distancia con la primera línea incluso aporta ventajas: "Ahora es cuando tengo más perspectiva, más visión de la jugada".
De todos modos, la política que realizan ahora es muy diferente de la que obligaba a Ramon Orfila a dormir con una libreta en la mesilla de noche, por si a media noche se despertaba con una preocupación en la cabeza tomar nota. También pasaban la noche con el móvil al lado de la cama, por si pasaba cualquier cosa.
Ahora, la situación es totalmente diferente: "Al principio de esta etapa, nos mirábamos el móvil y no entendíamos que pudiéramos estar un buen rato sin recibir ninguna llamada de trabajo", explica sonriendo Orfila.
Ahora bien, a pesar de no abandonar la política, Orfila y Allès tienen una cosa clara, que explica el primero: "Nos hemos propuesto nunca más decir nada públicamente de la institución en la que has trabajado. Hemos visto el ridículo que hacen ex gobernantes como Aznar o Felipe González dando consejos a los actuales. Si tan bien creen que lo hacen, que vuelvan".
El derecho a aburrirse
El matrimonio político más popular de Menorca encara su nueva etapa con caras felices. Tuni Allès confiesa que ya no tendrá que correr para ir a visitar a sus padres, y Orfila tendrá tiempo para, simplemente, contemplar, como hizo en su día de vacaciones en Nepal.
Y es que tras años de intensa vida política, Allès reivindica "la capacidad de poderme aburrir. Ahora no nos aburrimos, no tenemos suficiente tiempo porque recuperamos todas estas cosas que no habíamos podido hacer. Nos vamos a la cama cansados, pero satisfechos de estar disfrutando tanto. Incluso tenemos una especie de remordimientos de estar disfrutando tanto".
Aburridos o no, Orfila tiene claro cual es el camino a seguir andando. "La clave para ser feliz es disfrutar siempre de lo que haces y estar reconciliado contigo mismo. Si lo consigues, serás feliz permanentemente".
Dejamos a Tuni y a Ramon con Neyla. Curioso trío. El matrimonio seguramente ya piensa en el próximo desayuno que ofrecerán a algún amigo. Ahora pueden hacerlo. Eso sí, en su mente, por mucho que pasen los años, siempre quedará la política. Ellos mismos los dicen, son animales políticos.