Autoficha
Soy Mario Cerdà, nací en Maó, en 1967 y desde hace diez años trabajo en la Funeraria Gomila. Estoy separado y tengo un hijo. Por mi trabajo, estoy en contacto diario con la muerte, pero no me dedico a pensar en ella. La tanatoestética consiste en el aseo higiénico y la preparación de los difuntos, aunque como ayudante realizo otras tareas relacionadas con la organización de funerales y entierros.
¿Piensa a menudo en la muerte?
No especialmente, todos nos moriremos algún día, pero no me lo pregunto constantemente. Y si lo piensas en un momento determinado, debes olvidarte.
¿Hay que tener un carácter especial para realizar su trabajo?
No. Sé que tampoco es una profesión que, vista desde fuera, parezca normal pero no, yo no creo que soy una persona especial.
¿En qué consiste la tarea de un tanatoesteticista exactamente?
Se prepara a los difuntos, se realiza un aseo higiénico y otro estético, vestidos o amortajados, y se intenta que se parezcan a cómo estaban en vida.
¿También a las personas que eligen la incineración?
Sí, se arreglan siempre. Toda persona difunta tiene su dignidad y debe irse bien de este mundo. Todavía se elige más el entierro tradicional, pero ha aumentado la demanda de incineración.
En este tipo de negocio ¿existe la palabra crisis?
Bueno, se nota. Antes se compraban más coronas de flores y se ponían más esquelas; también empieza a haber morosidad.
¿Cómo se formó para dedicarse a las tareas funerarias?
Realicé el aprendizaje aquí, tengo dos buenos compañeros, Francisco y Lito. De hecho, fue Francisco el que me propuso trabajar en la funeraria, me entrevistó el jefe, Pedro Gomila, y empecé por un periodo de tres meses pero al final me quedé.
Y han pasado diez años ¿algún recuerdo doloroso?
Lo más traumático son los fallecidos en accidentes de tráfico, si están en muy malas condiciones, hay que prepararlos. También son momentos muy difíciles cuando se trabaja con niños. La muerte de las personas mayores se ve como algo más natural.
¿Han de ser un poco psicólogos?
Hay que hacer de todo, desde ir a buscar al difunto y trasladarlo aquí para prepararlo, hablar con la Policía para organizar el tráfico durante el funeral, con los seguros... Y sí, hay algún momento, cuando son accidentes o casos judiciales, en los que debes hacer un poco de psicólogo, porque es duro atender a las familias.