Medir el tiempo con una precisión de milésimas con un reloj de pulsera ahora ya es posible, aunque solo para aquellos pocos afortunados que se hagan con una de las 36 piezas que saldrán a la venta del Montblanc TimeWriter Chronographe Bi-Fréquence 1.000 al nada despreciable precio de 230.000 euros. El padre de la criatura dice que haber elaborado esta novedosa máquina "no me ha supuesto ninguna carga de responsabilidad, es un trabajo".
Él es Bartomeu Gomila, profesional de la relojería que desde hace unos años se encarga, desde el Taller del Temps de su Alaior natal, de restaurar todo tipo de relojes con muchos conocimientos y no menos mimo.
Hace unos dos años, y a raíz de conocidos de conocidos, entró en contacto con la fundación Minerva, heredera de una legendaria empresa de relojes. Le eligieron, a él y a su proyecto para darle su apoyo en la elaboración de este cronógrafo, algo que hace cada dos años con profesionales aún por conocer en el ámbito internacional. Es el primer reloj que crea Bartomeu Gomila.
La elaboración del Montblanc le ha obligado a dejar Alaior algunas temporadas para trabajar en la fábrica de Suiza. "Esto no lo puede hacer uno solo". El resultado es el primer reloj mecánico que mide el tiempo en milésimas, con un máximo de 45 minutos, muy por encima de los dos minutos y medio con los que se había trabajado hasta ahora en algunos proyectos. Esto se ha logrado, en parte, por la eliminación de los "saltitos" de las ruedas, que pasan a adquirir un movimiento homogéneo.
El prototipo ya se ha presentado en ferias especializada. Ahora se fabrican las 36 piezas. Se ponen a la venta en diciembre o enero. Y ya hay demanda.