"Tiene tirón este hombre, coincidí una vez con él en Joy Eslava y estaba muy solicitado", me comenta una amiga cuando le digo que voy a entrevistar a Carlos Herrera. El aspecto que presenta el Teatro Principal, poco después de las diez y media, lo confirma. Hay expectación entre el público y nervios tras las sonrisas acogedoras del personal del coliseo mahonés y de Onda Cero, cuyo rostro en la Isla es el de Diana Font, quien no oculta el ajetreo y la ilusión que conlleva que se emita "Herrera en la onda" desde Menorca.
"La escucho todos los días, es usted una maravilla", le dice un veterano oyente, interrumpiendo nuestro saludo. Font se muestra agradecida. Minutos después me acompañará a reunirme con Juan Carlos Enrique, el director de la cadena en Balears, y seguirá atendiendo a los curiosos que se acercan al Principal, antes de que le toque a ella, como todos los días, a partir de las doce y media. Enrique me presenta a Herrera, después de que éste salude afectuosamente a una señora.
"Qué alto es. Faltan tres minutos para las once, los quince con los que contaba para la entrevista se han esfumado", pienso mientras buscamos un lugar para compartir seis minutos y 39 segundos.
¿Qué tal? Sibarita como es, me veo obligada a preguntarle cómo fue la cena anoche y si saldrá en el XL Semanal.
Muy bien. Cenamos en el puerto, en La Minerva, un arroz meloso muy bueno, y antes sobrasada, gambas de aquí, y habas con calamares. Y hoy (por ayer) iré a comer a S'Espigó, que ya mencioné en el XL. Le diré que la otra vez que vine tuve tiempo de recorrer Maó por la tarde. Me pareció maravilloso, una ciudad tranquila a la medida del hombre, con los colores y la luz de la tarde, las calles estrechas, perfecto. Ahora lo haré con la luz del dia.
¿Y Ciutadella?
Ciutadella me parece una joya, son tan diferentes Maó y Ciutadella, sólo 40 kilómetros, pero el puerto, las casas pintadas... Aunque me han dicho que la plaza principal, que era de tierra, con aquellos pinos, la han asfaltado y me he llevado un disgusto horroroso, pero me parece una de las ciudades más bonitas del mundo.
Un persona como usted, dueño de la palabra y de la compañía, ¿hasta qué punto busca el silencio y la soledad?
(Ríe) Mire, lo hago a menudo. Soy un hombre bastante poco hablador. Sí, mis amigos me lo dicen. Dicen "eres un hombre de sentencias y hablas poco, sólo escuchas y ríes, jajaja". Es cierto, soy poco hablador porque desde las seis hasta la una estoy hablando como un animal, y no paro y cuando llegan las cuatro de la tarde me gusta mucho callar. Además porque si callas y escuchas siempre aprendes, más que si hablas tú. A mi me gusta aprender muchas cosas.
¿Alguna lección que se le haya quedado especialmente grabada de tanto escuchar?
Muchas y, curiosamente, esto me ha ocurrido con la gente más sencilla. Usted no lo creería, pensaría que tiene más que enseñar un catedrático en cualquier cuestión que un hombre o una mujer sencilla de un pueblo pequeño pero me pasó. Cuando estaba haciendo el servicio militar en fuerzas especiales y salía por las tardes, me gustaba mucho dar un paseo por la montaña, y había un pastor de cabras allí. Era un hombre de muy pocas palabras pero de unas sentencias tan interesantes que yo, de las conversaciones, con aquel hombre podría escribir un libro. No lo he hecho pero sí que le digo que las tengo casi todas apuntadas porque cada tarde cuando llegaba apuntaba muchas de las cosas que me había dicho, y escuche, son enseñanzas magníficas.
Hablando de escribir, ¿habla mejor que escribe? ¿Qué le gusta más?
Me gusta mucho escribir, lo hago a menudo. Al escribir tengo tiempo de pensar lo que escribo, encontrar el adjetivo. Pla decía que la escritura es saber encontrar los adjetivos más que los sustantivos o los adverbios, y cuando hablas te exige una agilidad mucho mayor. Hay gente que habla muy mal pero escribe de coña. A mi me interesa mucho escribir bien pero lo cierto es que me gano la vida hablando y es lo que realmente me preocupa.
A base de escuchar a tanta gente, ¿sabe ya si tenemos un problema con nuestros políticos? ¿O con nuestros empresarios, nuestros bancos...?
¡Hombre, y con nuestros periodistas también! (risas). Que también somos un problema... A ver, supongo que nosotros, no hemos de tener más problemas que otros lugares, que en cualquier otro país, porque a excepción de casos muy concretos, diríamos que la condición humana es generalmente muy común, especialmente en países más o menos homologados. Por tanto, no creo que los italianos o los griegos, o los alemanes o los nórdicos sean mejor que los nuestros. Posiblemente si usted pregunta a un italiano dirá barbaridades de los políticos que tiene y si hablamos de los griegos ni le digo. Siempre procuro dar un voto de confianza a esta gente porque ser político también es muy jodido y la clase política sufre un desprestigio brutal pero creo que es injusto, muy injusto.
Y los periodistas, ¿qué problemas tenemos a su juicio?
Yo, que se me acaba el informativo (risas). Creo que hay un poco de inconsistencia con la formación de algunos de nosotros. Tenemos que estudiar más y saber más de lo que hablamos, de lo que escribimos, dejando una poco las tripas al borde del teclado del ordenador y escribiendo un poco más con la cabeza.
Si esto fuera al revés, ¿qué le preguntaría Carlos Herrera a Lola Maiques?
(Risas) ¿Qué? ¿Cómo va todo?
Tal y como están las cosas, vamos a decir que bien.
¿Y la televisión?
Yo soy más de escribir, prensa escrita, y en televisión alguna tertulia y en radio también, tertulias.
Eso está bien. Le deseo todo lo mejor, que esto se acaba.
El principal se convierte en estudio de onda cero por un día
Entre 600 y 700 personas pasaron ayer por el Teatro Principal de Maó para asistir a la emisión en directo de "Herrera en la onda", en el que tomaron la palabra José Ramón Bauzá, Santiago Tadeo y Águeda Reynés, entre otros. La realización del programa supuso un importante despliegue, que incluyó el desplazamiento de una veintena de miembros del equipo de Carlos Herrera a la Isla.